domingo, 11 de octubre de 2009

ONE-SHOT

Juegos Del Destino

Por Anne Hilldweller

"Un gran amor, una terrible separación, un secreto guardado por años que tal vez tenga que ser revelado, una boda, un reencuentro, una inesperada propuesta. A veces el destino juega con las personas como si fueran viles marionetas. Todos humanos"


Coloqué el último par de cubiertos en la mesa y sonreí satisfecha después de pasar la mayor parte del día en la cocina preparando esta cena tan especial, ahí fue donde caí en la cuenta de todos los años que habían pasado, mi hija mayor recién había cumplido 21 y ya estaba comprometida, hoy vendría su novio a presentarnos a sus padres para formalizar ese compromiso. No pude evitar recordar a aquel hombre que me había prometido matrimonio un día, hace más de 20 años y que después había desaparecido de mi vida sin darme ninguna explicación.

– Ma, ¿todavía no te has bañado?, en hora y media llegan Jasper y sus papás – dijo mi pequeña hija sacándome de mis pensamientos.

– Con ese tiempo me alcanza, además apenas terminé de preparar la cena – respondí sonriéndole y apretándole la nariz como lo hacía cuando era una niña y la reprendía.

– Perdón ma por presionarte, pero quiero que luzcas espectacular esta noche.

– Haré mi mejor esfuerzo, ¿tu hermana ya está lista?

– Se está maquillando, como le dije que también vendría Emmett, se emocionó.

– Ah que niña, aún no está en edad de tener novio.

– Ma, Rosalie ya tiene 16, yo nací un mes antes de que tú cumplieras los 18, así que a su edad tú ya andabas con mi papá.

– Fue otra época, y saben que quiero una mejor vida para ustedes que la mía.

– ¿Te quejas de tu vida?, eres la reina de este hogar, mi papá y nosotras te adoramos.

– No me quejo hija, simplemente que no quiero que ustedes sólo sean amas de casa, quiero que se desarrollen como profesionistas también.

– Por mí no te preocupes, yo ya te prometí que terminaré mi carrera aunque me casé.

– Lo sé, la que me preocupa es tu hermana.

– Bueno, puedes preocuparte mientras te bañas – señaló con su singular sentido del humor empujándome hasta el baño.

Estaba colocándome los aretes cuando Jacob entró a la recámara y me abrazó por detrás, le sonreí a través del espejo y me dio un beso en el cuello.

– Te ves hermosa – aseguró dándome otro beso ahora en el hombro.

– Eso dices porque me quieres – dije sonriendo y rodando los ojos.

– Eso digo porque es la verdad, estoy seguro que opacarás a tu futura consuegra.

– Que cosas dices, ya empiezan a salirme arrugas – aseguré tocándome el contorno de un ojo.

– Exagerada que eres, los años te han sentado bastante bien, estás más hermosa que cuando nos casamos.

– Mentiroso – exclamé y me volteé para acomodarle la solapa del saco.

– Te amo – dijo dándome un dulce beso en la nariz.

– Yo también y te agradezco profundamente que…

– Sh – puso sus dedos sobre mi boca – Bella, eso no tienes que mencionarlo, lo sabes.

Le sonreí, tomé su rostro entre mis manos y lo besé tiernamente en la boca, Jacob me abrazó por la cintura pegándome a su cuerpo, mientras yo deslizaba mis manos hacia su cuello y profundizábamos el beso volviéndolo sumamente apasionado.

– Bueno, ustedes son peor que un par de adolescentes – exclamó Alice al abrir la puerta de la habitación.

– Señorita, ¿qué no te enseñamos a tocar la puerta antes de entrar? – preguntó Jacob separándose sólo un poco de mí para mirarla.

– Eso hice pa, tres veces y como no respondieron entré, ¡ya llegaron!

– Ya vamos niña, ya vamos – dije mirándome al espejo para asegurarme que no se me hubiera corrido el labial.

Jacob me tomó de la mano y salimos de la recámara, bajamos las escaleras y de inmediato vi a Jasper, vestido muy formal, sus papás estaban de espaldas, ella le acomodó la corbata y él le dio unas palmaditas en el hombro mientras Rosalie platicaba muy sonriente con su hermano.

- Buenas noches – dije y todos voltearon.

Me quedé completamente petrificada cuando el papá de Jasper se giró y me di cuenta de quién era, no podía ser cierto que el destino me jugara una broma tan macabra y se tratará precisamente de él. Sentí que el aire me faltó y mi corazón latió descontrolado ante la terrible verdad que tenía ante mis ojos, me horroricé al ver como Alice abrazaba y le deba un beso en los labios a Jasper, eso no era para nada correcto, era una completa aberración, yo no podía permitir que ese matrimonio se llevara a cabo y tendría que sacar a la luz aquel secreto que había guardado por tantos años, aunque eso significara ganarme el odio de mi propia hija.

– Edward, detente, por favor – apenas y pude decir con la respiración alterada mientras sentía sus labios recorriendo mi cuello.

– ¿No me amas? – preguntó mirándome a los ojos tocando mi nariz con la suya.

– De sobra sabes que sí – musité contra sus labios.

– Entonces, ¿por qué me pides que me detenga?, sabes que yo también te amo – lamió mis labios y bajó hasta mi cuello de nuevo mientras sus manos acariciaban mi espalda – y hacer el amor es lo más normal entre dos personas que se aman – susurró en mi oreja después de lengüetearla.

– Sabes que yo nunca… – exclamé con la voz entrecortada.

– Yo tampoco – de nuevo me miró a los ojos – y eso lo hace más especial.

– ¿Me prometes que siempre estarás conmigo?

– Te lo juro, algún día nos casaremos y nada ni nadie podrá separarnos.

– ¿De verdad? – pregunté emocionada.

– Por supuesto mi vida, te amo Bella, con todo mi corazón.

– Yo también te amo… pero tengo miedo.

– No tienes nada que temer, sólo déjate llevar por lo que sientes, como yo lo hago.

Su ávida lengua invadió mi boca y se unió a la mía en una perfecta sincronía de movimientos, mientras deslizaba sus manos por debajo de mi suéter hasta llegar a mis senos que masajeó por encima de mi sostén, yo me aventuré a introducir mis manos por debajo de su polera y acaricié su espalda. Él bajó por mi mentón dándome pequeños besos hasta apoderarse de mi cuello que succionó con labios y dientes mientras yo jadeaba con los ojos cerrados, siguiendo su sugerencia de dejarme llevar.

Se separó sólo un poco y me miró con deseo, yo estaba sumamente nerviosa, pero lo amaba tanto y llevábamos ya varios meses posponiendo esto que no podía dejarlo para después una vez más, tenía que dejar mis temores atrás y entregarme en cuerpo y alma al hombre que era el amor de mi vida, así que le sonreí y levanté mis brazos, Edward me quitó el suéter y sus ojos se clavaron en mis senos provocando que mi calor aumentara, con los dedos temblorosos me quité el sostén y de inmediato él se apoderó de uno de mis pezones que lengüeteó y mordisqueó en tanto acariciaba el otro, yo sentí como mi intimidad se iba humedeciendo cada vez más.

Presuroso se quitó él la polera y tomó mis manos para deslizarlas por su torso desnudo hasta dejarlas sobre su masculinidad que ya estaba endurecida, sentí que las mejillas me ardieron, pero no supe si de vergüenza o de excitación. Torpemente desabroché su pantalón y él terminó ayudándome y liberando su miembro que me impresionó por sus dimensiones, ¿sería posible que algo de semejante volumen cupiera en mi interior?, los nervios me inundaron aún más mientras veía como él tomaba una de mis manos y la ponía alrededor de su dureza y me hacía deslizarla a todo lo largo, empezó a gemir también ante mis caricias y metió sus manos por debajo de mi falda para quitarme la ropa interior, después yo terminé de desnudarme y me acosté sobre la manta que yacía sobre el pasto de aquel, nuestro prado secreto, donde nos reuníamos todas las tardes para estar solos.

Edward se posó sobre mí, me sonrió y me besó apasionadamente mientras sentía su erección frotando sobre mi triángulo, con su mano la tomó y la dirigió a mi centro, yo abrí las piernas como acto reflejo y se introdujo, de inmediato un escozor recorrió mi intimidad y no pude evitar soltar un grito al sentir como su masculinidad me cubría por completo, unas lágrimas escaparon de mis ojos, Edward las limpió con sus dedos mientras me pedía que me relajara para después empezar a moverse lentamente gruñendo ante el roce de nuestros cuerpos, mis gemidos se intensificaron y poco a poco el dolor fue reemplazado por un intenso placer que no había sentido jamás, en tanto, Edward aumentaba la velocidad de sus movimientos incrementando el placer de ambos, nuestros cuerpos sudaban, mi respiración estaba completamente errática al igual que la de él, susurrábamos nuestros nombres y nos repetíamos que nos amábamos hasta que minutos después sentí un tibio líquido inundar mi cavidad al tiempo que él lanzaba un grito y luego yo sentí una sensación incomparable que invadía todo mi cuerpo indicándome que había llegado al orgasmo. Me besó de nuevo con pasión y ternura mientras acariciaba mi cuello.

– te amo Bella, este ha sido el mejor momento de toda mi vida.

– para mí también Edward, te amo y siempre te amaré.

Se levantó y luego me ayudó a mí a ponerme de pie, nos vestimos en silencio, nos besamos otra vez y caminamos rumbo a mi casa. Una vez que llegamos nos besamos de nuevo y me dijo que al siguiente día iría a hablar con mis padres para fijar la fecha de la boda, que él trabajaría con su padre para poder mantenernos.

Esa noche casi no pude dormir recordando lo que habíamos hecho juntos y su promesa de matrimonio. A la mañana siguiente me levanté muy temprano y me arreglé para esperarlo. Las horas fueron pasando lentamente al tiempo que mi angustia aumentaba, la noche cayó sin remedio, Edward jamás se apareció.

Al día siguiente fui a buscarlo a su casa y uno de sus vecinos me dijo que él y su familia habían partido sin decir adónde, sólo le dejaron instrucciones para vender la casa. Mi corazón se quebró en ese momento, Edward había conseguido de mí lo que quería y me abandonó sin dar explicaciones, en ese instante comprendí que todo lo que me había dicho eran mentiras con tal de obtener mi cuerpo. Corrí mientras las lágrimas caían sin cesar y el fuerte sonido de la bocina de un auto me hizo pararme en seco a mitad de la avenida, por inercia volteé y a escasos centímetros de mí se encontraba el auto de un nuevo vecino mío, quien se bajó y me preguntó si estaba bien, sin poder evitarlo me eché a sus brazos y lloré incontrolablemente.

Desde ese minuto Jacob se convirtió en mi amigo incondicional y, cuando aterrada confirmé las sospechas de mi embarazo y se lo comenté, él no titubeó en pedirme que nos casáramos, me confesó que yo le había gustando desde la primera vez que me había visto y que no me había dicho nada porque sabía que yo tenía novio, pero ahora él me apoyaría sin importarle que yo no lo amara. Así que dos semanas después nos casamos en una íntima reunión y nos mudamos a Filadelfia, para evitar las murmuraciones del pueblo.

Al nacer mi hija ambos fuimos los más felices, Jacob desde un principio la vio y la trató como si fuera en realidad de él y, cuando años después, nació Rosalie, no hizo distinción alguna, a ambas las trataba y cuidaba de la misma forma. Con el tiempo aprendí a quererlo, aunque jamás llegué a amarlo como a aquel hombre que me abandonó.


– Señora, le presentó a mis padres, Tanya y Edward – dijo Jasper regresándome al terrible presente.

– Mucho gusto – respondí con una media sonrisa tendiéndoles la mano a ambos.

– Igualmente – exclamó ella muy entusiasmada y hasta me abrazó.

– El gusto es mío, señora Black – dijo Edward tomando mi mano, impresionado de verme, aunque no tanto como yo.

Como zombie caminé hasta la cocina, con el pretexto de ir por unos bocadillos, necesitaba tranquilizarme un poco antes de cometer una tontería, debía encontrar el momento para hablar con Edward a solas e impedir esta locura, ¿qué le debía yo a la vida para que me cobrara así?, ¿cómo era posible que Alice terminara enamorándose precisamente de su medio hermano?, cuando había tantos hombres en este mundo.

– Mi amor, ¿te sientes bien? – preguntó preocupado Jacob.

– Sí – lo miré con pánico, ¿debía decirle a él también la verdad?, por supuesto, era el primero que tenía que enterarse.

– ¿Estás segura?, te ves muy pálida y estás temblando.

– Jacob – pasé saliva – no podemos permitir que Alice se case con Jasper.

– ¿Por qué?, ¿qué pasa? – dijo totalmente extrañado.

– Porque… él… es… – me sostuve de la mesa porque me sentía desvanecer – su padre… es el hombre que me… – se me quebró la voz y no pude terminar la frase.

– Claro, ya decía yo que lo había visto antes, ¡dios mío! – exclamó llevándose una mano a la boca.

– Alice va a odiarme – dije con un hilo de voz rompiendo en llanto.

– No, tranquila, ya encontraremos la forma de impedirlo sin que la verdad se sepa – afirmó y me abrazó.

– Pero, ¿qué pretexto vamos a poner Jacob? – exclamé separándome para mirarlo – la verdad es lo único que impedirá esa boda, Alice está tan enamorada.

– Tranquila, tranquila, algo se nos ocurrirá.

– Tengo que decírselo a él, tiene que ayudarnos.

– No, por favor, no le digas a él.

– No tienes nada que temer, Alice te adora y eso nada lo cambiará, a mí es a la que odiará – definitivamente mi imagen ante ella cambiaría rotundamente.

– No digas eso, tendrá que entenderlo, eras muy joven y tú no tuviste la culpa de que él jugara contigo – me secó las lágrimas con sus dedos – trata de tranquilizarte, tenemos que volver a la sala.

– Por favor, entretén a su mujer, tengo que decírselo lo antes posible.

– Si eso te tranquiliza lo haré, déjame ver que se me ocurre.

– Gracias Jacob, no sé como agradecerte todo lo que has hecho por mí y por mi hija.

– Nuestra hija, la criamos juntos, él sólo aportó un espermatozoide.

– Tienes razón, perdóname por ser tan tonta.

– No tengo nada que perdonarte, me has hecho muy feliz todos estos años, tenemos una hermosa familia y te juro que así la mantendremos – me miró como sólo él sabía hacerlo y me besó en los labios.

– ¿Otra vez besuqueándose? – exclamó nuestra hija haciéndonos voltear.

– ¡Rosalie!, ¿qué expresiones son esas?, respeta a tu madre y a mí también.

– Ay perdón, pero Alice está desesperada porque no salen con los bocadillos, en serio que ustedes están peor que mis compañeros de la prepa – aseguró rodando los ojos.

– Pues ayúdenos señorita mal criada, después voy a hablar muy seriamente con usted, que ya la vi de coqueta.

– No te enojes papi, no tiene nada de malo, sé cuidarme y portarme bien.

– Pues más le vale, ándele, llévese ese recipiente, si ya quiere novio es porque ya sabe las responsabilidades de una casa.

– Exageras papi, no pienso casarme aún.

– Más le vale, apúrese.

Sonreí ante esa escena, era muy común, no entendía porque en ocasiones Rosalie era tan chocante y mal criada, siempre hacía desatinar a su padre y lo desobedecía, había veces que ella parecía la que no era hija de Jacob en lugar de Alice. Mi pobre Alice, no tenía idea de lo que se le avecinaba y lo que iba a sufrir.

Tomé un par de recipientes más y caminé a la sala, mi corazón se desgarró más al ver tan contentos a Alice y Jasper tomados de las manos, no imaginaban lo que en realidad los unía. Dejé los recipientes sobre la mesa y me senté junto a Jacob que de inmediato me sonrió y tomó mi mano. Edward clavó su mirada en nosotros, me percaté que observaba nuestras manos entrelazadas y después subía sus ojos hacia mi rostro, casi no hablaba, a diferencia de su mujer, que estaba tan emocionada como los chicos. En un momento de la plática resultó que ella era restauradora, así que Jacob aprovechó y la llevó a la biblioteca para enseñarle un par de piezas muy preciadas para él que ya necesitaban un retoque.

Con el corazón latiéndome a toda prisa entré a la cocina, estaba tan confundida y no sólo por lo de Alice, sino porque todos los sentimientos por él que creía enterrados salieron a la superficie, él siempre sería el amor de mi vida, no podía creer que el destino se empeñara en martirizarme. Me sobresalté cuando sentí una cálida mano sobre mi hombro, giré mi cabeza y me encontré con sus hermosos ojos verdes.

– Jamás imaginé volver a verte – dijo con aquella voz aterciopelada que hacía temblar mis rodillas, aún ahora, después de tantos años y de su engaño.

– Yo tampoco – respondí después de aclarar mi garganta.

– Te has puesto tan preciosa – afirmó mirándome de cabeza a pies y me sonrojé.

– Edward, tengo algo muy importante que decirte – su mirada estaba logrando incomodarme y la evadí – no podemos permitir que Alice y Jasper se casen.

– ¿Por qué no?, lo que haya pasado entre nosotros en el pasado no tiene porqué afectarlos a ellos – exclamó serio.

– Precisamente por lo que pasó entre nosotros en el pasado es que les afecta.

– No puedes ser tan injusta con ellos, no es su culpa.

– Sé perfectamente bien que no es su culpa, pero…

– Tú te casaste sin esperarme, ahora, ¿pretendes que ellos corran con la misma suerte que yo? – dijo desolado.

– ¿Esperarte?, te esperé todo el día y jamás llegaste, pero no tiene caso hablar de eso, lo que ahora nos concierne son ellos.

– Pues no voy a permitir que les arruines la vida, como arruinaste la mía.

– Tú fuiste el que me abandonó y ahora dices que yo te arruiné la vida, no tienes vergüenza, pero eso ya no importa, Alice y Jasper no se pueden casar.

– Yo no te abandoné y ellos tienen todo mi apoyo para casarse, no vas a poder impedirlo – aseguró un tanto molesto.

– Es que tengo que impedirlo – insistí exasperada.

– Pues no te dejare – afirmó ya enojado.

– Pues tienes que hacerlo, ¡Alice es tu hija!

– ¿Qué dijiste? – preguntó sorprendido.

– Que Alice es tu hija, la semana pasada cumplió 21 años, nació justo nueve meses después del 18 de noviembre, que si a ti no te dice nada…

– Fue el día que hicimos el amor – interrumpió sorprendiéndome, no podía creer que recordara la fecha exacta – ahora comprendo porque hay tanta empatía con ella, porque desde que Jasper me la presentó sentí tanta afinidad… mi hija… tuya y mía – enfatizó mirándome a los ojos con ternura.

– ¿Comprendes por qué no se pueden casar?

– Sí se pueden casar – respondió sonriendo.

– Pero, ¿qué aberración estás diciendo? – exclamé horrorizada.

– Jasper no es mi hijo, tenía 5 años cuando me casé con Tanya.

– ¿De verdad? – pregunté sin poder dar crédito.

– Sí, ¿no sabes que su apellido es Whitlock?

– Cierto – respondí recordándolo, si se hubiera apellidado Masen de inmediato lo hubiera identificado.

– Conserva el apellido de su padre biológico, uno de mis entrañables amigos y compañeros de guerra, quien murió en combate y me hizo prometerle que cuidaría de su esposa y su pequeño hijo, así que cuando regresé y me dijeron que te habías casado y mudado de Forks, fui a buscar a Tanya, al principio éramos sólo amigos, compañeros del mismo dolor de haber perdido a la persona que amábamos, aunque fueron muy diferentes las circunstancias, hasta que un día yo le propuse matrimonio y aceptó, Emmett tiene 17 años.

– ¿Te fuiste a la guerra? – pregunté sorprendida.

– Sí, te lo dije muy claro en la carta que te escribí.

– ¿De qué carta estás hablando? – pregunté extrañada.

– De la que te dejé con tu padre, ese día, después que te llevé a tu casa, llegué a la mía y mi madre me estaba esperando angustiada porque había llegado la notificación del ejército, tenía que enlistarme al día siguiente a las 5 de la mañana para partir a Vietman, así que de inmediato te escribí una carta despidiéndome de ti y pidiéndote que me esperarás cuando fui a entregártela quien abrió la puerta fue tu papá y me dijo que ya estabas dormida, entonces se la di a él.

– Mi padre nunca me dio nada – me dejé caer en la silla, no era posible que él hubiera sido testigo de mi sufrimiento y no se le hubiera movido el corazón.

– Si pude resistir la guerra fue por ti, pensando en nuestro amor, en volver a verte y amarte, todos los días miraba tu fotografía para que me diera fuerzas de soportar el horror que estaba viviendo y no sabes cuánto me dolió cuando supe que te habías casado, me sentí traicionado, herido más que con cualquier bala que pudieron haberme dado, no podía creer que te hubieras olvidado de lo nuestro tan pronto.

– Me casé porque estaba esperando a nuestra hija, cuando te fui a buscar me dijeron que toda tu familia se había mudado y no tienes idea de lo que sentí, pensé que sólo habías jugado conmigo y me habías abandonado.

– Jamás te abandoné Bella, mi familia se mudó a Phoenix porque mi abuela estaba muy enferma, no puedo creer que el destino nos haya jugado de esta manera – exclamó llevándose una mano a su cabello – pero, nunca es tarde Bella, por algo el destino nos ha cruzado de nuevo, para enmendar su error, no he dejado de pensar en ti todos estos años, de preguntarme que era de tu vida, si estabas bien, si eras feliz y ahora te encuentro y me das la mejor noticia del mundo, tenemos una hermosa hija – puso su mano sobre la mía – aún podemos retomar lo nuestro.

– No Edward, ya es tarde para nosotros – aseguré retirando mi mano – ahora es el momento de Alice y de Jasper.

– ¿Por qué?, no puedes negarme tu nerviosismo ni que temblaste ahora que te toqué, lo percibí.

– Jacob ha sido demasiado bueno conmigo, no le importó casarse sabiendo que esperaba un hijo de otro y que no lo amaba, aceptó sin quejarse que por cuatro años compartiéramos la cama únicamente para dormir y ni siquiera se acostó con otras, ha sido el mejor padre del mundo con las dos, el mejor esposo, no puedo abandonarlo ahora, no sería justo.

– Pero, ¿Lo amas?, dime que lo amas como me amaste a mí alguna vez y te juro que aceptaré tu decisión, pero si no es así, lucharé para reconquistarte de nuevo.

– Se te olvida Tanya, ¿vas a causarle otro dolor en su vida?, se ve que es una buena mujer, y además, ¿qué pensarían tus hijos, mis hijas?, no puedes ser tan egoísta, no es así como te recuerdo.

– Pero no es justo para nosotros Bella, fueron circunstancias adversas las que nos separaron, no fue falta de amor, nuestros hijos ya están grandes, tendrían que entenderlo y nuestras parejas también, dime que es amor lo que te une a Jacob y no agradecimiento y te juro, por nuestra hija, que no me interpondré entre ustedes.

En ese momento entraron Jacob y Tanya, él me miró con miedo, yo les sonreí a ambos y luego salimos todos de la cocina. Mi corazón latía frenético, no podía creer lo que Edward acababa de decirme, no sólo no me abandonó sino que seguía queriéndome y estaba dispuesto a dejar todo a un lado con tal de que estuviéramos juntos, pero yo no sabía si podía hacer lo mismo, francamente no sabía si lo seguía queriendo por lo que habíamos vivido juntos o sólo por ser el padre de Alice.

Edward hizo la petición oficial del compromiso, Jacob me miró extrañado y le susurré bajito que no había de que preocuparse, que Jasper no era su hijo. Brindamos por la felicidad de los chicos, jamás había visto a Alice tan radiante, Edward la miraba amoroso y noté que su sonrisa se desvaneció cuando ella abrazó emocionada a Jacob y le dio un beso en la frente. Después cenamos, platicamos otro poco y me di cuenta de lo cariñosa que era Tanya con Edward y con sus hijos, las palabras que les dirigió a Alice y Jasper fueron muy conmovedoras, incluso se le llenaron los ojos de lágrimas, supuse que recordó a su esposo muerto, sin duda era una gran mujer y su familia era muy unida tanto como la mía. No, yo no era capaz de desbaratarlas, ninguno teníamos la culpa de cómo se habían presentado las cosas, no podía causarles un sufrimiento a mi hijas ni a sus hijos, no era tan egoísta, ni tampoco podía arruinar las vidas de Tanya y de Jacob, después de habérnoslas entregado a Edward y a mí, finalmente lo único que teníamos él y yo eran recuerdos, ya no éramos más un par de adolescentes, habíamos cambiado con el tiempo, en sí no nos conocíamos, queríamos a nuestra versión del pasado, tal vez él no estaba consciente de eso y quién sabe si ahora nos gustara la forma de ser que teníamos cada uno.

Llegó la hora en que ellos se despidieron, Tanya me abrazó y me dijo que después nos coordináramos para los preparativos de la boda, después me abrazó Jasper y me agradeció por la velada, que alivio había sentido al saber que no era hijo de Edward, ni siquiera puedo imaginar cual hubiera sido su reacción de no ser así y lo mejor es que Alice tampoco tuvo que enterarse de la verdad, tampoco tengo idea de cómo lo tomaría. Emmett también me dio un abrazo y me pidió permiso para ir al cine con Rosalie al día siguiente, no pude negarme, se veía un buen chico, esperaba que estuviera preparado para lidiar con ella. Por último me abrazó Edward.

– Tienes razón, no podemos herir a nuestras familias, pero tampoco podemos negar que aún hay amor entre tú y yo, estoy dispuesto a que seamos amantes, alguna vez te dije que nada ni nadie nos separaría, no me importa compartirte, porque sé que no lo amas ni yo a ella – susurró en mi oído dejándome perpleja.

Lo miré desconcertada por escasos segundos, él me sonrió y me guiñó un ojo discretamente, mi corazón dio un vuelco. Me giré para verlo partir junto a su familia, sentí que Jacob me abrazó por los hombros, de reojo lo miré, ¿estaría yo dispuesta a llevar una doble vida?, ¿sería posible hacerlo sin dañar a terceros?, o lo mejor era ignorar su propuesta y esperar a que, quizá en otra vida tuviéramos una nueva oportunidad para estar juntos.

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mmmm bueno chic@s sin duda este shot te deja con muchas preguntas en la mente... sin duda un amor como el que vivieron Bella y Edward no se olvida jamás... pero dicho amor merece vivir en las sombras???
nueva encuesta, nueva teoría y una gran curiosidad:


¿¿si estuvieras en esa situación, tú que harías??

cuidense mucho, no olviden un buen chocolate para aclarar el cielo, suspiren y...
Nos leemos en un tris!!!


Bellany G.
**Tu eres todo para mi**

7 Comments:

  1. Anónimo said...
    Increible!!! tengo que decir que casi lloro...un amor truncado. No se que haria... la familia es lo más importante pero la frase "nada,ni nadie nos separa" me haria pensar. Muchos suspiros
    Anónimo said...
    asu noinventes esta ueno pero triste porque no la habia abandonado xk no la kisiera y si no xk iba a la guerra hay k feo, pero ps jacob tampco tiene la culpa ha sido muy bueno con eella y con alice k no es si hija
    lili
    Ninive said...
    Que complicada es la vida, diria que lo correcto es que cada uno se quede con su familia, pero no se si seria lo suficientemente fuerte, supongo que por los hijos se hace loque sea necasario. En fin que dramon prefiero cosas mas alegres. Un Beso y un suspiro
    Anónimo said...
    A veces los padres creen que hacen las cosas bien pero ya ven tambien se equivocan y pueden hacer infelices a los hijos, yo soy madre y trato de que mis hijos tomen sus decisiones para que asi maduren, pero Edward aqui es un poco egoista, no creen, suspiros paternos, xoxo
    Anónimo said...
    nena cullen: que me icistes estoy indinada como me casa a bella con el chucho porfavor pobre de mi vampirito esto no se hace gemelis pues en toces el chucho que se prepare para los cuernos vale bueno estubo genial lo de alice muchos suspiros de chocolate
    Anónimo said...
    inmpresionante la verdad,y con respecto a ese amor truncado, es dificil tomar una decision, teniendo encuenta todo lo que sus parejas les han dado pero el amor es irracional y aveces demasiado complicado, pero el primer amor no se olvida nunca , si con el tiempo todo volviera a surgir ya diria que me dejaria llevar .


    muchos suspiros de chocolate


    sonia cullen
    Anónimo said...
    mmmmmmmmmmmmmm...yo deberdad fuera amante pero yo no soy bela asi q me encanta la historia
    muchos suspiros!!!

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