Capítulo Treinta Y Uno
Edward POV
Ahora podía derrumbarme.
Ya no tenía que aparentar entereza. Bella permanecía dormida en su cama, su ahora pálido rostro casi se confundía con las blancas sabanas de su cama, blancas al igual que el resto de la habitación; lo cual me hacía sentir enfermo. En momentos como este odiaba los hospitales. Todos los sedantes que le habían administrado para intentar calmarla finalmente había surtido efecto, pero eso no evitaba que se retorciera entre sueños y murmurara llamando a nuestros hijos. Ahora no tenía que aparentar tranquilidad, no ahora que ella no podía ver como me caía a pedazos.
Quería llorar, gritar. Quería romper algo. Los minutos seguían pasando hasta convertirse en horas y no había noticias de mis hijos. Al menos sabía que mi hermana y mi sobrino estaban bien, mi padre me había llamado para contarme y preguntarme por Bella y los mellizos. Ellos no podían entrar por ahora, Bella no podía recibir visitas.
Estaba asustado. Temía por la salud de mis hijos, tan pequeños, indefensos. Toda esta preocupación no me había permitido disfrutar de que al fin, era padre. No. No podía permitirme estar contento. No hasta que supiera que mis pequeños iban a estar bien, que se iban a salvar.
Necesitaba saber. La incertidumbre estaba acabando con la poca cordura que me quedaba. Y llore, llore de rabia e impotencia al saber que no había nada que pudiera hacer. Por no poder ayudarlos. Por sentirme inútil. Me llevé las manos hasta la cabeza, enterrando mi rostro en ellas con fuerza, tenía deseos de gritar hasta más no poder, llorar; pero no. No servía de nada, el dolor no remitía, seguía allí torturándome.
Esto no podía estar pasando.
No podía ser verdad.
El destino no podía ser tan cruel con nosotros. Con mis hijos, dos criaturas inocentes, indefensas…
-¿Ed-Edward…?- preguntó Bella abriendo los parpados lentamente.
-Hola, mi vida…- le susurre tomando una de sus manos entre las mías, estaba helada.
-¿co-como están?
-No lo sé, amor. Aun no vienen a decir nada
-¿co-como que…no? ¿Edward?- la desesperación comenzó a hacer mella en su voz al igual que las lagrimas que comenzaron a caer de sus ojos- ¿d-donde están?- dijo intentando incorporarse
-¡Bella! ¡Bella! Cálmate, amor…- le dije intentando que se volviera a recostar- ¡Bella, por favor!
-¡quiero verlos!- agregó debatiéndose entre mis brazos
-¡calma, mi cielo!- le dije abrazándola con fuerza- calma,…calma…
Acaricie su rostro con manos ansiosas, ella recostó su cabeza en mi cuello, los sollozos la hacían estremecerse de manera cada vez más violenta por lo que comencé a acariciar su espalda de arriba abajo intentando calmarla, pero incluso yo me sentía destrozado, era demasiado.
Pero debía ser fuerte, debía ser fuerte por ella, por nuestros niños. No podía caer. No ahora. Perdí la noción del tiempo que estuvimos así abrazados, intentando sostenernos el uno al otro, consolarnos.
-Bella, corazón. Por que no te recuestas, tienes que descansar. Te acaban de operar…- negó con la cabeza- Bella…
-No quiero, Edward. Quiero ver a mis hijos, quiero saber como están- se llevo las manos a su vientre ahora completamente plano- los extraño mucho…
-Tranquila, amor- dije abrazándola nuevamente- todo va a ir bien, todo va a ir bien…- besé su frente con cuidado- ya lo veras, mi cielo…
Llamaron a la puerta de manera suave.
-Adelante…- dije una enfermera entro en la habitación
-Disculpen, venía a ver como se encontraba la paciente
-Si, claro…- dije levantándome y yendo hasta la ventana.
Ya era de noche, el cielo estaba completamente oscuro, no se alcanzaba a ver ninguna estrella, consulte la hora en mi reloj y con asombro descubrí que ya era pasada la medianoche, pero no estaba cansado, al menos no físicamente hablando.
-Usted sabe como están mis bebés…- preguntó Bella en cuanto la enfermera termino la revisión.
-Lo siento, pero yo no estoy a cargo de esa área, señorita- el rostro de Bella se entristeció aun más, me sentía tan inútil, no había nada que pudiera hacer- pero de seguro el medico encargado vendrá dentro de poco, no se preocupe…- añadió dándole unas palmaditas a su mano como gesto de apoyo.
-Estoy nerviosa, amor.- me dijo después de que la enfermera se retirara- ¿Por qué no nos dicen nada?, ¿acaso no saben lo angustiante que es?
-No lo…- me interrumpí al ver que llamaban a la puerta nuevamente.- pase…
-¡doctora!- exclamo Bella al ver quien estaba tras la puerta- ¿como están mis hijos? ¿bien? ¿Por qué no nos han dicho nada?- comenzó con un bombardeo de preguntas
-Cálmese señorita Swan
-¡pero ¿co…
-Ellos están bien. Habíamos tenido unos problemas con la niña que…
-¿Qué? ¿Qué le paso?- pregunté yo esta vez
-Nació con principios de asfixia, debido a lo complejo del parto; pero ya esta estable…- Bella dejo escapar un suspiro de alivio
-¿pue…podemos verlos?- preguntó esperanzada
-Por el momento no. Primeramente por que usted acaba de ser sometida a una cirugía, y debe guardar reposo, además…
-¡¡pero quiero verlos!!- protestó
-No es seguro para usted, y tampoco para los bebés
-¿Cómo que no es seguro para ellos?- inquirí yo esta vez. La mano de Bella que sostenía entre las mías se tensó.
-Ellos están estables. Pero, la situación de los mellizos no deja de ser delicada, apenas tienes poco más de 28 semanas de desarrollo, por lo que van a tener que permanecer en una incubadora por un tiempo
-¿Cuánto tiempo?
-Un mes como mínimo…
-Tanto…- susurró Bella
-Bueno, debo retirarme. Y ustedes deberían descansar, han estado sometidos a demasiada presión…
-Pero…mañana, los podremos ver ¿cierto?- pregunté
-Por supuesto. Buenas noches- añadió antes de retirarse
No pude dormir bien esa noche, más bien lo que quedaba de ella.
Primeramente el sofá que había junto a la cama de Bella no era lo más cómodo del mundo; pero era la mezcla de ansiedad y nerviosismo que sentía era la que no me permitía conciliar el sueño, sabría que mi Bella tampoco sería capaz de dormir si no fuera por los calmantes que le administraron.
Los mellizos estaban bien, pero por ahora. La incertidumbre de no saber que nos depararían las siguientes horas no era nada buena para mi mente. Me sentía agotado.
Los rayos de sol, procedentes de la ventana a mis espaldas me despertaron cuando parecía que había conseguido dormir hacía tan solo unos minutos. Restriñe mis ojos y me medio incorporé para ver como Bella también comenzaba a despertarse.
-hola, preciosa…- le susurre
-hola…- me respondió medio dormida aun- ¿dormiste bien?- no le paso desapercibida la mueca que realice- tomare eso como un no…
Bella POV
Estaba nerviosa mientras avanzábamos por los pasillos, Edward llevaba la silla de ruedas en la cual iba –en contra de mi propia voluntad- mientras seguía a la enfermera que nos llevaba hasta la zona de Neonatología. Por fin iba a ver a mis hijos, sentía que mi corazón latía con mayor fuerza.
-tranquila, amor…- me susurró Edward al oído al ver mi impaciencia.
Los pasillos se me hacían eternos, al final llegamos frente una puerta con un cartel que la identificaba como el área de Neonatología, estamos aquí. Nos dieron unas cuantas indicaciones, inclusos nos pasaron unas batas similares a las que Edward había utilizado el día anterior para el parto y mascarillas. Aquello solo lograba aumentar mi nerviosismo.
Entrelace mis dedos con los de mi amado en busca de apoyo, apoyo que sin duda encontré. Atravesamos las puertas de suave color aguamarina. Una de las enfermeras nos indicó donde estaban nuestros hijos.
Casi en mitad de la sala, en dos incubadoras dispuestas una al lado de la otra, estaban mis bebés. Se me estrujo el corazón al ver lo chiquitos que eran, pero allí estaban. Aferrándose a la vida minuto a minuto.
-ahora están mejor que ayer,- comentó la enfermera- son fuertes. Van a estar bien…- agrego antes de alejarse.
Edward y yo nos acercamos hacía donde estaban, su piel seguía un tanto enrojecida, pues ni siquiera había conseguido formarse a totalidad. Eran tan frágiles. Noté como las lágrimas comenzaban a opacar mi visión lentamente, y al momento me vi en medio del abrazo protector de Edward, oculte mi rostro en su pecho. No sabía por que lloraba, si era por tristeza o si era por felicidad.
Tenía una gran confusión de sentimientos en ese preciso instante. Edward alzo mi mentón con su mano y limpio las lagrimas que caían por mi rostro. Me dio un suave beso en los labios.
-todo va a ir bien.- me susurro. Solo fui capaz de asentir.
No era capaz de distinguir cual de los dos era el niño y cual era la niña, suponía que era el bebé más pequeño y él cual permanecía rodeado de más cables que su hermano, al rememorar las escenas del día anterior sentí una opresión en el pecho. Había estado tan cerca de perderla.
-son hermosos…
-si…tan chiquitos…
-pero todo va a ir bien, no te preocupes.
-Lo intentare, de verdad
-Ya somos padres…- comentó Edward
-Es verdad, se me hace tan irreal. No sé creo que no me voy a poder convencer hasta que los tenga entre mis brazos
-A mi me pasa igual…
Nos quedamos un rato más observándolos, los dos seguían durmiendo placidamente en sus incubadoras. Sentí un poco de alivio, ahora que podía verlos, pero como ya le había dicho a Edward, no me sentiría cien por ciento tranquila hasta no tenerlos entre mis brazos y saber que eran reales y no tan solo una ilusión.
-aun no hemos pensado en como se van a llamar…- me comentó Edward después de que habíamos permanecido en silencio contemplando a nuestros hijos por una cantidad inconmensurable de tiempo.
-Es verdad…¿alguna sugerencia?
-Esperaba que tú tuvieras alguna…nunca pensé que tuviéramos que decidirnos tan de pronto
-Si, yo tampoco lo había pensado.- me quede pensativa.
Había considerado que aun me quedaban unos meses para reflexionar sobre los nombres y eso, pero todo había sido tan sorpresivo, tan inesperado. Que no tenía nada planeado. Mire una de las incubadoras, al mirar a mis hijos con más detenimientos pude aislar sus casi imperceptibles diferencias, y es que la carita de la pequeña era más redondeada que la de su hermano, el prácticamente inexistente cabello, que más bien parecía una pelusita, en su cabeza de adivinaba más claro, casi cobrizo…
-tiene tu cabello- comenté sacando a Edward de sus pensamientos
-¿eh?- dijo levantando la cabeza un tanto sorprendido
-Mírala…- le indiqué- va a tener el mismo color de cabello que tú- Edward acercó su rostro para mirar más de cerca a la bebé.
-Tienes razón…- me concedió
-Creo que ya tengo un nombre…- comente
-¿ah, si?
-Si
-¿Cuál es?
-Elizabeth,- le respondí- además, empieza con E como el tuyo…- agregue con una sonrisa
-Me gusta…- dijo- Elizabeth Cullen…Y en cuanto a ti…- agregó rodeando la otra incubadora- ¿algún nombre que te guste en particular, Bella?
-No sé…- dije mirando con más detenimiento a mi otro hijo. Edward sonrió- ¿Qué sucede?
-Creo que alguien se despertó…- dijo indicándome la incubadora- mira…
Me acerque más para ver como mi pequeño abría sus grandes ojos, sé que era tonto de decir, pero estaba casi segura de que nos sostenía la mirada. Aun no se podía distinguir de qué color eran sus ojos. Sentí como la calidez se albergaba en mi pecho y sonreí de manera más notoria.
-Thomas…- susurró Edward de pronto.
-¿Qué? ¿Qué dijiste?...
-¿Qué te parece si lo llamamos Thomas? Era el nombre de mi abuelo…- dijo aun en susurros.
Yo sabía cuan importantes eran para Edward sus abuelos, y todo el aprecio que les había tenido en vida y aun ahora. No podía negarme. Además era un lindo nombre.
-me gusta…- le respondí buscando una de sus manos y entrelazándola a la mía.- es un lindo nombre…
-¿en serio?- me preguntó- ¿no quieres ponerle otro nombre?- negué
-No. Me gusta…- me dio un beso rápido- ¿y eso? ¿Por qué fue?
-Por nada,- me respondió- y por todo…
Estuvimos un rato más observando maravillados a nuestros hijos, si bien, aun no podía tenerlos entre mis brazos, el verlos ahí me había hecho sentir mejor, aunque el peligro aun no hubiera pasado.
Edward insistió en que tenía que seguir en reposo, pero no estaba tranquila, no me gustaban mucho los Hospitales, ahora menos que nunca. A media tarde por fin pude recibir visitas, todos estaban muy preocupados por mí y por los bebés pero después de asegurarles que todo se veía mejor de lo que parecía se calmaron. Incluso Alice a la cual le habían dado rápidamente el alta llegó hasta la habitación junto a Jasper que traía entre sus brazos al pequeño Matthew, no pude evitar el poco de envidia que sentí, pues yo aun no podía tomar a mis hijos así.
-¡¡ayy Bella, lo siento tanto!!- dijo Alice abrazándome fuertemente.- es todo mi culpa…
-Claro que no Allie- le respondí- la doctora me explico, y eso me hubiera pasado de todas formas, simplemente paso más rápido. Pero estaba predispuesta a que sucediera por ser primeriza, y más de mellizos
-Pero…¿no estas enfadada conmigo?
-Por supuesto que no
-¿y tú, Edward?- preguntó mirándolo con cautela
-Claro que no, nunca me podría enojar contigo hermanita, por más excéntrica que seas…
-¡¡ayy, gracias, estaba tan asustada!!- dijo abrazando ahora a su hermano.
-Mami…- preguntó Su acercándose a mi lado- ¿Cómo tan mis hermanitos?- me preguntó bajito
-Ellos están bien, corazón…- le respondí acariciando su cabello
-Y ¿los puedo ver?....- preguntó con ojos brillantes
-Aun no, cielo…ellos están muy chiquitos…
-Pero…- protestó con un mohín- …pude ver a mis primitos, y ¿por que no a mis hermanitos?
-Es que ellos son más chiquitos que Matt y que Lily, pero te prometo que en cuanto nos autoricen vas a verlos ¿de acuerdo?
-Bueno…- dijo aun cabizbaja
-Ven acá y dame un abrazo…- dije intentando animarla
-Y bueno,¿ya les pusieron nombre a mis sobrinos?- preguntó Emmett. Edward asintió
-Si. Se llaman Elizabeth y Thomas…
-Que lindos nombres- comentó Esme
A los pocos días salí del Hospital, aunque claro tuve que irme sola, los mellizos tenían que estar internados aun por un tiempo. Intente que esto no me afectara, pero era difícil. Alice había decidido conjugar la maternidad y su trabajo de decoradora de piezas de bebés y planeadora de bodas. Nunca entendía como no se cansaba, habíamos decidido mantener la fecha de la boda para así no agobiar a Alice.
Todos los días Edward y yo íbamos hasta el hospital para visitar a nuestros hijos, a las cuatro semanas de su nacimiento ya estaban mucho mejor, los habían desconectado de la mayor parte de los aparatos a los cuales habían estado conectados por tanto tiempo, pero aun seguían en sus incubadoras.
Esa fue la primera vez que Susan pudo ir a visitarlos. Estaba emocionada, dando saltitos muy similares a los de su tía Alice.
-hola…- saludo acercándose a las incubadoras y mirando con ojitos brillantes- yo soy su hermana mayor, Susan. Pero me pueden decir Su…
Edward y yo mirábamos la escena a la distancia, uno de sus brazos rodeaba mis hombros acercándome a él, se me habían puesto los ojos llorosos.
-buenas tardes- dijo la doctora Mackenzie, quien estaba a cargo de los mellizos
-buenas tardes
-que bueno que están aquí. Tengo que darles algunas noticias
-¿noticias? ¿Qué sucede?- Edward frotó mi brazo intentando calmarme
-Nada malo, descuide señorita Swan- suspire- quería informarles que el estado de sus hijos es excelente, mucho mejor del que esperaba, debido a lo pequeños que eran. Así que lo más probable es que de aquí a menos de dos semanas puedan llevarlos a su casa,
-¿en serio? Oh, eso…eso es maravilloso
-¿quieren cargarlos?
-¿Qué? ¿podemos?- ella asintió
-¿esta segura? Digo, ¿será seguro para los bebés?
-Si señor Cullen, si lo hacen con cuidado no hay ningún riesgo
Sentí que mi corazón latía con mayor fuerza, Edward me tomo de la mano y nos acercamos hasta las incubadoras. Su sonrisa era radiante. Se notaba que él tambien estaba sumamente feliz.
-¿es su hija?- nos preguntó la doctora al ver a Su que miraba con detenimiento a los bebés
-Si…- respondió Edward por mí, sorprendiéndome.
-Se parece mucho a ustedes. Es preciosa
Me quede sorprendida, ¿se parecía? ¿a los dos? Y solo atine a sonreír.
-Gracias…
-Su, ven acá…- la llamé
La doctora se acercó más a las incubadoras. Me sentí más nerviosa mientras ella tomaba entre sus brazos y con mucho cuidado a uno de los bebés, a Thomas, lo reconocí al ver su incipiente cabello castaño.
-será mejor que te sientes, cariño- me recomendó Edward. Así lo hice mientras el frotaba mis brazos, al darse cuenta de mi nerviosismo.
-¿Qué pasa?- preguntó Su, pero no alcanzamos a responderle.
La doctora Mackenzie camino hacía mi y con mucho cuidado me paso a mi pequeño hijo, lo acomode entre mis brazos intentando hacerlo de manera delicada y precavida, su cuerpecito era calido y suave, estaba completamente dormido. Acaricie una de sus mejillas, Edward y Susan se acercaron para verlo mejor. Me sentí dichosa, al fin tenía a uno de mis pequeños entre mis brazos.
Al fin todo parecía más real. Tangible.
Hubo algo que rompió la atmósfera de total silencio. Un llanto.
Las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos al comprobar de donde, o mejor dicho de quien, venía aquel leve gimoteo.
Elizabeth. Era la primera vez que la escuchaba llorar y por alguna razón desconocida –o tal vez no tanto- esto me emociono.
Edward se puso nervioso en cuanto vio a la doctora Mackenzie acercase hacia él con la pequeña en brazos, le sonreí a mi prometido infundiéndole ánimos, seguía nervioso. Primerizo, bueno ambos lo éramos, pero para Edward, era la primera vez que cargaba a un bebé. La misma doctora tuvo que enseñarle como acomodar los brazos de manera correcta antes de entregarle a Lizzie que no paraba de protestar al verse fuera de su incubadora. Pero entonces, en cuanto Edward la tuvo entre sus brazos, se quedo completamente callada. Ambos se quedaron en silencio mientras nuevas lágrimas inundaban mis ojos.
-maravilloso…- susurró Edward- esto es sorprendente. Hola, preciosa…- agregó dirigiéndose a la bebé.
-¿puedo verla?- preguntó su alzándose sobre la punta de sus pies en un intento por observarla, pero le era casi imposible debido a la altura de Edward.
-Claro, corazón…- le respondió Edward inclinándose cuidadosamente hasta que el rostro de la bebé fue visible para Su.
-Hola, Lizzie…- la saludo, la aludida centro su atención en Su.-¡me esta mirando! ¡me esta mirando!- agregó emocionada mirándonos a mi y a Edward de manera alternada. Asentí con una sonrisa.
Estuvimos un rato más así, compartiendo aquel remanso de calma y felicidad después de tanta incertidumbre y miedo. Lentamente veía las cosas más claras.
El día, bueno, en realidad uno de los días que tanto había esperado por fin había llegado y por fin podríamos traer a Lizzie y Thomas a casa. Estaban a punto de cumplir un mes y medio de vida y recién ahora, comenzaría a ser madre. Y es que Esme y mis amigas ya me habían advertido lo que esto significaba.
-biberones, llantos y cambios de pañales a medianoche…- me había dicho mi suegra, se me hacía raro pensar en Esme de esa manera a veces.
-¡¡muchos cambios de ropa!!- había comentado Alice. Aunque claro, esto a ella no le molestaba en lo más mínimo. El pequeño Matthew parecía su muñeco, gracias a Dios, Jasper era más sensato.
-Interrupciones de momentos íntimos…- había comentado Rosalie, como no, con una sonrisa- pero después de unos días…- había agregado- se regulariza el horario del sueño del bebé y todo se soluciona.
Ella nunca cambiaría.
Pero estaba deseosa de que aquello sucediera, estaba ansiosa de ser madre. No me importaría desvelarme, de eso estaba segura. Susan ya estaba de vacaciones de verano hasta Septiembre por lo que ella nos acompañaría hasta el hospital, mientras que el resto de la familia nos esperaría en casa.
-aquí tienes, Bella…- dijo Alice entregándome dos bolsos de bebé, uno rosa y otro celeste- ahí esta toda la ropita para los bebés y los pañales, bueno todo lo que vas a necesitar…
-¿conjuntos de bienvenida?- pregunté
-Exactamente. No creeras que iba a dejar que mis sobrinitos se vistieran con cualquier cosa ¿o si?...- rodé mis ojos
-¡¡estas loca!! ¿lo sabías?- le comenté divertida
-Ya vamos, se que igual me quieres así. Ya es hora…- me apremio
Llegamos hasta el hospital. Desde hacía una semana que los bebés se encontraban en los cuneros al no ser más necesaria la incubadora. Luego de haberlos cambiado con los conjuntos que su tía había comprado, y de haber escuchado atentamente las recomendaciones y cuidados que nos indico la doctora nos dirigimos hasta el coche de Edward. Él acomodo a nuestros hijos en sus sillitas en el asiento trasero del Volvo y me senté allí junto a ellos para no perderlos de vista.
-Susan, por favor siéntate bien. Es peligroso…- le pedí al ver como se volteaba nuevamente en el asiento de copiloto, haciendo que su cinturón de seguridad fuera a parar a cualquier lado.
-Perdón…- dijo sentándose debidamente.
No preste mucha atención al camino, la mayor parte del tiempo estaba pendiente de vigilar a Su o a Lizzie o a Tomy. Pero de pronto comencé a darme cuenta de que íbamos por el camino equivocado, las calles no eran las que llevaban a casa, ni tampoco a casa de los Cullen.
-¿Edward?…
-¿Si, Bella?
- Creo que te equivocaste, por aquí no se va a casa…
- Claro que si…- me respondió sin despegar la mirada del frente
- No, estoy segura de que no. ¿Vamos a otro lugar?
- Se podría decir…
- ¿Dónde?
- Ah, eso es una sorpresa…
- Edward- dije imitando enfado. Aunque en realidad sentía un poco- sabes que no me gustan las sorpresas
- Ah, pero esta de seguro te va a encantar…
Me enfuruñe en mi asiento, no me gustaban las sorpresas y él lo sabía.
- ¿alguna de mis sorpresas te ha decepcionado?- me preguntó mirándome por el retrovisor después de un rato de incomodo silencio. No conteste, solo me sonroje intensamente.- no, creo que no.- comentó para si.
Comencé a prestar mayor atención al paisaje una vez que los bebés se durmieron. Nos habíamos alejado del núcleo de la ciudad, el exterior me recordaba a como se veían los alrededores de la casa Cullen, rodeados de vegetación y con casas cada vez más distanciadas entre si. De pronto Edward doblo en una curva y quedo frente a la entrada de un bello condominio. Lo mire extrañada mientras él y Su compartían una sonrisa cómplice.
- ¿Qué me están ocultando?- no me respondieron. Y edward siguió avanzando.
A pesar de ser un condominio ninguna casa era exactamente igual a la otra, avanzamos un poco más hasta que finalmente Edward se detuvo en la entrada de autos de una de las casas.
La casa era preciosa, de dos plantas y color ladrillo. Tenía un amplio ventanal en lo que debía ser el living, el jardín estaba ornamentado con flores de diversos colores. No entendía nada. Edward ya estaba frente a mi puerta en cuanto me recupere de mi aturdimiento y estaba sacando a los bebés con cuidado de sus sillas.
- ¿Qué pasa, Edward? ¿a que vinimos acá?- cuestione
- Umm…venimos a visitar a alguien…- me respondió
- ¿a quien?
- Oh, ya lo veras…- dijo encaminándose hasta la puerta con la pequeña Lizzie en brazos.
- Tú me dirás de que va todo esto, ¿verdad, Su?- le pregunté mientras avanzábamos
- Nones, es un sorpresa.
- Su…- hizo un gesto con la mano como si tuviera la boca sellada.
Edward se detuvo frente a la puerta, pero contrario a lo que pensaba, saco un juego de llaves en vez de llamar. ¿Qué sucedía acá?
Entre aun sorprendida y sin comprender que sucedía. Entrar solo me confundió más.
En el salón completamente equipado y decorado con un gusto que reconocí de inmediato, estaba toda la familia. Había un cartel enorme que atravesaba la sala y en el cual se leía Bienvenidos, además de globos en tonos pasteles con frases como: es una niña, o es un niño.
- ¿Qué pasa?- pregunté volteándome hacia Edward
- Esta, mi vida, es nuestra nueva casa…
- ¿Qué? ¿es enserio?- él asintió- Edward…- susurré sintiendo como mis ojos se inundaban de lagrimas.- gra-gracias…- le dije antes de darle un beso corto en los labios, con mucho cuidado pues aun teníamos a los bebés en brazos.
- Ya, basta de tanto beso y déjenme ver a mis sobrinitos…- exclamo obviamente Emmett.
- ¡¡Emmett!!
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Suspiren y cuidense mucho...
nos leemos en un tris!
Bells G.
*I need you!*