miércoles, 26 de agosto de 2009

SOL DE MEDIANOCHE

Capítulo 13. El Despertar

Decidí que debía hablar con mi padre, a solas donde nadie pudiera escucharnos. Me avergonzaba la forma en que me sentía al lado de Bella. Debía hablar con él.Al llegar al Hospital me informaron que se encontraba haciendo las rondas. Lo esperé en su oficina ya que no tenía intención de ir a casa pronto. Me sentía intranquilo, demasiado nervioso.

Al cabo de 30 largos minutos Carlisle volvió a la oficina. Tenía la mente de lleno en el trabajo y se sorprendió al verme parado ahí… Pensó lo peor, pero al ver mis ojos dorados se tranquilizó.

Mi padre me amaba, en muchas oportunidades descubrí que en su mente me consideraba el mejor de sus hijos, ciertamente el me perdonaría todo.

—Carlisle, necesito hablar contigo —

Le dije.En silencio movió la cabeza y me invitó a sentarme mientras el ocupaba su lugar frente al escritorio.

—Adelante hijo, puedes preguntarme todo lo que quieras—

—Padre, no puedo estar lejos de Bella—

—Lo sé hijo—

Y las palabras salieron disparadas de mi boca, hablaba rápido, siguiendo el ritmo de todas mis preguntas contenidas.

—Pero cuando estoy con ella, mi cuerpo se siente… vivo. Es como si hubiera despertado de un largo sueño de más de 80 años.

No sé si es posible, me siento atraído como un hombre hacia una mujer y no sé si ella siente lo mismo. Yo preferiría pensar que ella no siente lo mismo que yo, pero cuando estamos juntos su ritmo se acelera como lo he notado en otras humanas.

Se que con solo aplicar un poco de fuerza puedo romper sus huesos, pero quiero tenerla junto a mí, apretar su cuerpo contra el mío, sentir su cálido aliento en mi rostro—.

Avergonzado me detuve y no pude levantar la mirada.

Mi padre no dijo nada, se levanto de su silla y camino hacia donde yo me encontraba. Su mente viajaba hacia recuerdos antiguos, tratando de recordar algo que me diera esperanzas.Cuando él habló yo ya sabía lo que me diría, pero debía escucharlo de sus labios y así opacar el sonido de mi propio corazón destrozado.

—Hijo, en todos mis años que tengo de “vida”, - y torció la boca al decir estas palabras, -nunca he sabido de una pareja tan inusual como la tuya y Bella-.
Si hemos sabido de vampiros y humanos antes, pero el olor de ella es tu problema.
Seguramente Emmett ya te contó lo que sucedió cuando se encontró con aquella desafortunada mujer. —

Asentí con la cabeza, y mi padre se detuvo. Pero cuando dijo esto, no sentía pena ni pesar, en su corazón solo había esperanza. Tanto amor puede albergar al corazón de un padre.

—Sólo tú puedes llevar a cabo esta tarea tan ardua que te has impuesto. Sé que tu amor por ella es más grande del que hoy crees y en cuanto a tus limites, deberás ver hasta dónde pueden llegar juntos.

Cuando te transformé a esta vida eras demasiado joven, no habías vivido la vida de un hombre de tu edad ya que te entregaste por completo a la guerra. De cierto modo fue como dejar en espera tu existencia hasta el momento en que te cruzaste con esta chica. Es como si hubieras despertado de un largo sueño. Quizás en estos momentos estés continuando la vida que dejaste atrás hace tantas décadas—

Ahora su mente se llenaba de preguntas, pasaba de una teoría a otra. Esto lo distrajo un largo rato. Yo no pude asistir a todas sus ensoñaciones, era demasiado para mi cabeza.

La idea de empezar a “vivir” después de todos años me lleno por completo. Mi padre tenía razón, todos estos años había existido sumido en la tristeza y soledad, ahora me sentía pleno. Junto a Bella me sentía completo.

Esa noche, al entrar en su cuarto pude sentir la corriente por mi cuerpo, y su olor contenido en esa pequeña habitación.

Bella dormía intranquila, al parecer tenía pesadillas. Quería acercarme, retirar los pequeños mechones de su cabello que caían en su frente. Me sentía tan intranquilo como ella. Temía que se despertara en cualquier momento. Quería arrancar todos sus miedos, acunarla en mis brazos. Prometerle que siempre estaría a salvo, que yo me encargaría de eso.

Como pude dudar de Alice, sí, yo la amaba. Que ciego había estado.

Observé su habitación, aquella pequeña habitación. En el centro de la mesa había un reproductor de CD. Sigilosamente lo abrí y extraje el disco de su interior. Quería saber que música le gustaba. Contemple la carátula y no podía creer que a Bella le gustará ese tipo de música. Aquello no tenía ni pies ni cabeza. Creí reconocer el nombre, era el tipo de banda que le gusta a Emmett, debería preguntarle si tenía el disco.

Bella estuvo a punto de despertarse y fui a parar a su closet. Verdaderamente me había convertido en un enfermo acosador, pero se sumió nuevamente en el sueño y yo decidí que era demasiado arriesgado quedarme hoy a su lado. Aun faltaban horas para que amaneciera y quería escuchar aquel grupo, así es que me dirigí a casa.

Como el día anterior, aparque frente a la casa de Bella y esperé por ella, el Jefe Swan ya se había marchado.

La vi aparecer tras de la puerta y cerrar sin poner el seguro. La miré de reojo para que no se sintiera inquieta por mi mirada, pero que hermosa estaba el día de hoy. Me preparé mentalmente para tenerla a solo unos centímetros de mí. Se paro frente a la puerta del copiloto. Qué bueno fue no mirarla directamente ya que se podía ver que estaba nerviosa, quizás tanto como yo.

—Buenos días — la saludé — ¿Cómo estás hoy? Y espere ver en sus grandes ojos las respuestas a todas mis preguntas.

—Bien, gracias— Sólo contesto. Bueno tendría que esperar para obtener mis respuestas.

Tenía la piel más blanca que de costumbre y en sus rostros se veían los signos de una noche llena de pesadillas.

—Pareces cansada— Le dije.

—No pude dormir — Me contestó mientras se acomodaba el cabello.

—Yo tampoco — Dije en tono de burla mientras encendía el motor.

—Eso es cierto. Supongo que he dormido un poquito más que tú - me dijo al tiempo en que se reía.

Su risa me hizo estremecer.

—Apostaría a que si- Le dije, contento con el tono de la plática.

— ¿Qué hiciste la noche pasada? — Me preguntó.

Mmmm a ver, primero entre en tu casa mientras dormías y te observe dar vueltas sobre la almohada. Ya podía ver la cara de Bella si le confesaba eso.

—No te escapes — Me limité a decir. — Hoy me toca hacer las preguntas a mí.

—Ah, es cierto. ¿Qué quieres saber? —

— ¿Cuál es tu color favorito? —Le pregunté recuperando la compostura.

—Depende del día—

— ¿Cuál es tu color favorito hoy? —

—El marrón, probablemente—.

— ¿El marrón? — ¡¿Cómo podría gustarle el marrón?! Pensé…

—Seguro. El marrón significa calor. Echo de menos el marrón. Aquí una sustancia verde, blanda y mullida cubre todo lo que se suponía que debía ser marrón. Los troncos de los árboles, las rocas, la tierra.

Con esas pocas palabras me volvía a confirmar que ella no pensaba como el resto de los humanos. Hasta yo había pasado eso por alto. Bella era especial y de repente me perdí en sus ojos.Luche con una nueva oleada de sensaciones…

— El marrón significa calor- Fue lo único que conseguí decir.

Quería tocar su cara, recorrer sus labios con la yema de mis dedos y besarla. Pero el roce de mis helados dedos le repugnaría. Me conformé con apartar su cabello del hombro.

Al llegar al instituto recordé el CD que me había prestado Emmett.

— ¿Qué CD has puesto en tu equipo de música? —Le pregunte y no pude evitar reírme.

Cuando me confesó el nombre del grupo, saque el CD que estaba junto a los otros que suelo escuchar y se lo entregue.

— ¿De Debussy a esto? — Arquee una ceja.

Y ella examino el CD. Lo había reconocido y lo examinaba con la mirada gacha.

Ese día estaba decidido a satisfacer cada una de mis dudas.

Cada momento que pasamos juntos le formulaba todo tipo de preguntas, quise a saber todos los detalles de su vida. No quería pasar nada por alto. Todo de ella era importante para mí. Debía saber absolutamente todo.

Entre clases y la hora del almuerzo le pregunte qué tipo de cine disfrutaba, que lugares había visitado; Para mi sorpresa fueron pocos pero tenía muchos lugares a los que le gustaría viajar y me gustaría encargarme de que conociera el mundo entero si era posible.

Le pregunte qué clase de libros leía. Bueno yo ya sabía que le gustaban los clásicos, pero quería conocer todos los títulos que la habían hecho soñar, con los cuales había reído y cuales la hicieron llorar.

Quería saber sus miedos y sus sueños, que era lo que la hacía feliz, quería saber todo, pero todo de ella.

En algunas oportunidades mis preguntas hacían que un flujo de sangre se disparará sobre sus mejillas, rápidamente cambiaba de tema. No podía soportar lo hermosamente apetecible que me resultaba en esos momentos.

—Cual es tu gema predilecta— Le pregunté para cambiar de tema

-El topacio— Me contesto casi al instante. Me sorprendió su determinación ya que por lo general se tardaba un poco en contestar mis preguntas, mientras se volvía a sonrojar. No entendía el por qué de su reacción, solo era un simple pregunta.

¿Por qué? quise saber. Pero ella no dijo nada y le sostuve la mirada, esto no lo dejaría pasar, debía saber que era lo que la turbaba de tal manera.

—Dímelo — casi le ordené

—Es el color de tus ojos hoy — me contestó rindiéndose y mirando sus manos mientras jugueteaba con un mechón de su cabello—. Supongo que te diría el ónice si me lo preguntaras dentro de dos semanas.

Era tan observadora, parece que nada se le escapaba, supongo que ella estaba tan pendiente de mí como yo de ella para captar todos mis pequeños detalles. Rápidamente le lance otra serie de preguntas.

— ¿Cuáles son tus flores favoritas?

Dio un suspiro y continúo respondiendo a todas mis preguntas. Pronto llegó la hora de Biología y yo continué hasta que vi al señor Banner arrastrar otra vez el equipo audiovisual y recordé que debía prepararme para lo que venía.

Cuando el profesor se aproximó al interruptor, me alejé levemente, pero no sirvió de nada ya que al momento de quedar a oscuras sentí la misma chispa eléctrica que había sentido el día anterior y por la noche en su dormitorio. Me zumbaban un poco los oídos y por un momento me entregue al sueño de mis dedos recorriendo su espalda. Con mi mano libre alzaba su rostro para contemplar sus profundos ojos. Entonces me inclinaba sobre ella y la besaba lentamente al principio y luego arrastrado por el fuego de mis labios… En ese momento apreté mis dedos en mis costillas y contuve el aliento. No podía entregarme a esas divagaciones, no ahí con ella tan cerca de mí, es esta obscuridad que no era penumbra para mí, ya que la veía perfectamente solo a menos de medio metro de mi cuerpo.

Ella se inclinaba sobre la mesa y tenía el mentón sobre los brazos doblados. Aunque su postura parecía relajada pude notar por su respiración que se sentía casi tan incómoda como yo. Pero yo no me sentía incomodo, no esa no era la palabra, yo me sentía anhelante, deseoso de ella, no incómodo. ¿Sentiría ella alguna vez lo mismo por mi? Entre todas estas ensoñaciones terminó la hora y Bella suspiró cuando el señor Banner encendió las luces. Solo en ese momento me miró.

Me sentía demasiado turbado para hacer algún tipo de comentario referente a la hora que acaba de pasar y en silencio me detuve por ella. Bella tampoco dijo nada camino al gimnasio. Cuando llegamos a la puerta de los vestidores le acaricié el rostro con la palma de la mano, olvidando que mi cuerpo era demasiado helado, desde la sien a la mandíbula.

Desee que fuera mis labios los que recorrieran ese camino, sin poder decir nada me di media vuelta y me alejé.

Camine los más rápido que pude, pareciendo normal claro está. Me escondí en mi auto controlando el temblor que recorría mi cuerpo. La palma de mi mano me quemaba, no quería poner a Bella en peligro, pero eso era en estos momentos, un peligro para ella, no podía permitirme tener esas emociones, no la pondría en peligro nunca más. Me devane los sesos buscando alguna salida, debía existir alguna forma de estar junto a ella sin ponerla en peligro, pero no podía pensar en nada, la única salida era alejarme de ella pero no tenía las ganas y la fuerza para ello.

Amarla, eso era lo único que podía hacer. Sí, mi amor la salvaría, ya que en estos momentos la amaba más que a mi propia vida.

En esos pensamientos terminó otra hora y me apresuré para encontrarla fuera de la clase de educación física. Al verme me entregó una enorme sonrisa, automáticamente se la devolví y empecé a interrogarla nuevamente.

Ya satisfechas algunas de mis preguntas me dedique ahondar más profundamente en sus sentimientos. Quería saber sobre su vida en Phoenix y quería descripciones, quería poder ver todo lo que ella había visto, las texturas, los colores y si podía, los olores.

Para ese entonces ya estábamos frente a su casa y lentamente comencé a sentir como cambiaba el clima, seguramente comenzaría a llover en cualquier momento. Y me concentré nuevamente en sus respuestas, se dedicó a describir el olor a la creosota —amargo, ligeramente resinoso, pero aun así agradable—, el canto fuerte y lastimero de las cigarras en julio, la liviana desnudez de los árboles, las propias dimensiones del cielo, cuyo azul se extendía de uno a otro confín en el horizonte sin otras interrupciones que las montañas bajas cubiertas de purpúreas rocas volcánicas.Por mi parte no entendía como le podía resultar hermoso aquel lugar ya que para mí solo era un lugar seco, yo prefería la vegetación, los altos árboles, los bosques sin fin donde puedo correr sin ser molestado por las miradas humanas.

— ¿Has terminado? —preguntó después de detallarme su habitación en Phoenix, la que al parecer era tan pequeña como la que tenía aquí.

—Ni por asomo, pero tu padre estará pronto en casa. Le contesté

— ¡Charlie! — Exclamó como si de pronto hubiera recordado que existía, al mismo tiempo que examinaba el cielo.

— ¿Es muy tarde? — Me preguntó al tiempo que miraba su reloj.

—Es la hora del crepúsculo — Cuantas veces lo había contemplado. En todos estos largos años yo era el bicho más raro de mi familia. Aunque yo los tenía a ellos en el fondo sentía que no tenía a nadie. Mis noches eran solitarias y monótonas. Todos los libros que había leído, todos los diplomas, las melodías que había compuesto, solo eran una salida para terminar con mi eterna soledad.

En cuantas oportunidades había tenido, huía de Jasper y Alice cuando daban rienda suelta a sus emociones, si, en esos momentos deseaba con todas mis fuerzas no poder leer los pensamientos de los demás.

Pero todo eso quedaba atrás, ya podía contemplar mi futuro, una gran parte de mi quería que las visiones de Alice fueran ciertas, Bella junto a mi por toda la eternidad siendo mi compañera, mi amiga, mi igual, mi amante. Toda la eternidad para nosotros y yo no me cansaría nunca de ella, de su piel de sus ojos, de su boca y al mismo tiempo no quería ser el causante de la perdición de Isabella Swan, no la condenaría a una eternidad de tormentos.

—Es la hora más segura para nosotros — Es el momento más fácil, pero también el más triste, en cierto modo... el fin de otro día, el regreso de la noche, La oscuridad es demasiado predecible, ¿no crees?

—Me gusta la noche. Jamás veríamos las estrellas sin la oscuridad. No es que aquí se vean mucho.

Solo pude reírme, tanta razón tenía mi Bella, quería decirle tantas cosas, decirle que la amaba, pedirle que nunca se alejara de mí, pero no lo haría. Siempre le dejaría la opción de irse, estaría con ella hasta que me pidiera que me fuera o esta fuera la última opción para mantenerla a salvo.

De pronto recordé a su padre y el viaje que teníamos programado para el sábado.

—Charlie estará aquí en cuestión de minutos, lo que a menos que quieras decirle que vas a pasar conmigo el sábado...

—Gracias, pero no —reunió sus libros y me dijo.— Entonces, ¿mañana me toca a mí?

— ¡Desde luego que no! —Le dije en tomo burlón —. No te he dicho que haya terminado, ¿verdad?

— ¿Qué más queda?

—Lo averiguarás mañana.

Al extender mi mano para abrir la puerta sentí su calor quemándome la piel del brazo. Su corazón latiendo más y más rápido. Pero algo me paralizo al momento, alguien se aproximaba.

—Mal asunto — Pensé en voz alta.

— ¿Qué ocurre?

Automáticamente y al sentir la presencia de esa familia descendiente de los licántropos, mi cuerpo se tenso y apreté la mandíbula.

—Otra complicación.

Abrí la puerta de golpe con un rápido movimiento y, casi encogido, me aparté de Bella. Al mismo tiempo que el coche negro subía el bordillo, dirigiéndose hacia nosotros.

—Charlie ha doblado la esquina —le dije, sin dejar de vigilar el otro vehículo.Al escuchar esto Bella saltó del vehículo. Posiblemente no había identificado a los ocupantes del coche negro, pero para mí ya estaba claro quiénes eran. El joven que estaba al volante debía ser el hijo de Billy Black, Jacob.

Me habían reconocido, la cortina de lluvia era muy espesa pero me habían reconocido, bueno el viejo me había reconocido, Jacob Black era solo un muchachito sonso y su mente solo estaba impaciente por ver a Bella, “Mi Bella”. Lo hubiera destrozado en ese mismo momento solo por pensar en ella, me sentí como un cobarde al dejarla sola con esos apestosos, pero sabía que su padre llegaría pronto. Sin decir nada más aceleré el motor en punto muerto y los neumáticos chirriaron sobre el húmedo pavimento y en cuestión de segundo estuve lejos del lugar.

De camino a casa pensé muchas veces en ir a casa de Bella, sacarla por la fuerza si era necesario pero di marcha atrás y me conformé con pensar que la vería más pronto de lo que ella me vería a mí.

Alice me estaba esperando en la entrada de la cochera.

— ¿Cuándo podré hablar con Bella? —

—No te metas Alice— Casi le gruñí.

—No entiendo ¿porque estas de tan mal humor? He visto que Bella te ama también, como puedes estar tan ciego. Ella está vinculada a tu futuro, al de todos nosotros, aún no se cómo pero será muy importante para muestra familia—.

La interrumpí para no asistir a sus premoniciones. Me daban mareos ya que algunas eran claras pero otras solo eran sombras sin forma ni sentido.

—Bueno, si eres tan buena viendo el futuro — le dije— no tendré que preguntarte si me acompañaras mañana por la tarde

-Claro que te acompañaré, me dijo. Y me veo conduciendo su viejo y feo coche.

Moví mi cabeza en forma afirmativa.

—No quiero exponerme a nada— Le contesté.

—No veo por qué estas tan nervioso. Ya has tomado la decisión de no matarla ni convertirla,
admiro tu fuerza de voluntad, es aun más grande que la de nuestro padre.Ese día estará despejado y tu claro será bañado por la luz del sol Bella se lo tomará mejor de lo crees.

Bueno por otra parte, creo que te tomará gran parte de la noche encontrar sus llaves. Pero al final las encontrarás en sus pantalones en el cuarto de la colada. Ya veo qué prefieres pasar el tiempo viendo como duerme—

Al decir esto volteo los ojos hacia arriba y sonrió levemente.

Me incline para besar la frente de mi hermana pequeña, me había ahorrado toda una noche inútilmente malgastada.

Esme estaba tan contenta.

— ¿Cuando la traerás a casa hijo? Me preguntó.

—Mamá creo que es un poco anticipado hablar de eso—

—Hijo, yo también quiero ser parte de tu felicidad, estaremos muy contentos de conocerla. Yo quiero conocer a la linda chica que ha despertado tu hermoso corazón—

—Madre, haces que me sonroje…—

—Es verdad querido, tu padre y yo estaremos muy contentos de tenerla aquí, eso sin mencionar a Alice y Jasper…—

— ¿Y Rosalie mamá?

—Bueno ella lo superará hijo no te preocupes, Emmett ya se ocupará de eso—

—No lo sé mamá… —

—Edward ya es parte de la familia…—

—Gracias mamá…— Si hubiera sido capaz de llorar, habría llorado en ese momento. La bendición de mi madre me había tomado por sorpresa. “Ya era parte de la familia”

Traté de respirar por la garganta y la nariz, debía acostumbrarme. Su alma estaba en juego… la mía se había perdido hace años…

Dormía plácidamente, una mano reposaba sobre su cabeza y la otra colgaba de la cama. No sé que fue más difícil, si el verla así, como invitándome o su aroma.

Pero yo era más fuerte, me lo repetía constantemente no dejaría que los sentidos dominarán mi resolución, me acostumbraría a estar junto a ella, con ella.

Encontré las llaves justo donde Alice me dijo y nuevamente agradecí no tener que buscar toda la noche, ahora podía dedicarme a cosas más… productivas.

Inflaba mis pulmones con su olor, debo reconocer que estos últimos días me había acostumbrado un poco, solo un poco su olor ya no me golpeaba como la primera vez.

Ella respiraba de forma acompasada, su delicado pecho subía y bajaba casi imperceptiblemente, casi, porque yo si podía ver cada pequeño movimiento de su cuerpo.

Quería tenderme a su lado, estrecharla, me acerqué a su lado, no se había movido en absoluto, debía de estar durmiendo profundamente, seguramente el día anterior la había dejado exhausta, contemplé su mano, delgada, pequeña en comparación a la mía los humanos suelen pasear de la mano, creo que es un signo de pertenencia. Con ese pequeño gesto indican a los demás que esa persona les pertenece.

¿Querría ella sostener mi mano? ¿Podríamos pasear de esa manera, como si yo fuera un humano común y corriente? Nunca había deseado con mayor intensidad ser humano como en estos últimos meses.

Me incliné para oler su cabello, era un perfume embriagador, sus labios estaban ahora un poco abiertos, contemplé su rostro.

—Edward— Susurro, su aliento cálido golpeó mi cara, mis músculos se paralizaron, mi labios temblaron, si hubiera tenido pulso se me habría disparado.

—Quédate—, dijo. Demasiado hambriento de ella no pude moverme. Yo puedo, yo puedo, yo puedo, me ordené retroceder, me refugié cerca de la ventana contemplándola mientras cambiaba de posición en su estrecha cama.

Lo había hecho, había podido controlarme su vida había estado en mis manos y ella había sobrevivido, ahí estaba, a uno pocos metro de distancia, viva respirando, soñando tal vez. Soñando conmigo, no era un monstruo de pesadillas para ella. ¿Sería su príncipe encantado? ¿Me vería de esa forma? Quise creer que así era. Que yo podía ser digno de su amor, que me aceptaría, que también me querría.

Demasiado pronto llego el amanecer, demasiado rápido se terminó la noche, salí por su ventana dejando mi corazón con ella, no estaría completo hasta estar nuevamente a su lado.

Entre a casa con el tiempo justo para cambiarme y coger el coche me estacione fuera de su casa y apague el motor, como de costumbre su padre ya se había marchado y solo esperé unos momentos hasta que la vi aparecer casi corriendo y esta vez no dudó en subir al asiento del copiloto y esta acción de confianza me lleno de felicidad.

— ¿Cómo has dormido? — Le pregunté

—Bien. ¿Qué tal tu noche?

—Placentera.Y le dedique una sonrisa.

— ¿Puedo preguntarte qué hiciste?

—No — Le respondí con otra sonrisa, si hubiera podido, estoy seguro que me habría ruborizado.

—El día de hoy sigue siendo mío.

Hoy quería saber sobre sus seres queridos, su relación con su madre, que hacían juntas en su tiempo libre, me comentó que solo había tenido una abuela y de ella también quise saber todo, de sus amigos del colegio, de sus amigos en Phoenix.

Cuando le pregunté por los chicos con los cuales había tenido citas, se puso colorada, no podía creer que ninguno de esos estúpidos chicos la viera tal como es, hermosa, inteligente, perceptiva, intuitiva, me sentí feliz al saber que yo era el primero en contemplarse en esos profundos ojos como espejos.

— ¿Nunca has conocido a nadie que te haya gustado? — Le pregunté

—En Phoenix, no.

Si yo le gustaba, su ritmo cardiaco me lo había confirmado, ¿pero me amaría como lo hacía yo?

Para cuando termino de hablar ya estábamos en la cafetería y aprovechando que yo hacía una pausa dio un mordisco a la rosquilla que había comprado para ella.

—Hoy debería haberte dejado que condujeras — Le dije dejando de lado el interrogatorio.

— ¿Por qué?

—Me voy a ir con Alice después del almuerzo.

—Vaya — Me dijo y parecía desencantada y confusa. —Está bien, no está demasiado lejos para un paseo.

¿Acaso pensaba que la dejaría ir caminando a su casa?

—No te voy a hacer ir a casa andando tomaremos tu coche y lo dejaremos aquí para ti— Le dije.

—No llevo la llave encima —Me contesto. — No me importa caminar, de verdad.

Negué con la cabeza.

—Tu monovolumen estará aquí y la llave en el contacto, a menos que temas que alguien te lo pueda robar— De solo pensar en la idea me reí de buena manera.

—De acuerdo — Dijo con los labios apretados. Al parecer no le gustaban mis comentarios sobre su coche o quizás estaría pensando en la llave que yo tenía en mi bolsillo la apreté entre mis manos y me reí por lo bajo.

— ¿A dónde vas a ir? — quiso saber.

—De caza — Le contesté. —Si voy a estar a solas contigo mañana, voy a tomar todas las precauciones posibles —

Debía permitirle escoger, aunque la sola idea de no estar con ella me hacía sufrir.

—Siempre lo puedes cancelar, ya sabes— Le dije.

Bajó la vista, así que no pude leer la expresión en sus ojos.

—No — Susurró mientras levantaba la vista y me miraba a la cara. —No puedo—

—Tal vez tengas razón— Le dije apesadumbrado ya que había dicho “No puedo”. Ella tampoco podía estar lejos de mí, y no sabía si sentirme feliz o desdichado de eso.

— ¿A qué hora te veré mañana? — Me preguntó.

—Eso depende... Es sábado. ¿No quieres dormir hasta tarde? — Le ofrecí.

—No —Se apresuró a decir, lo cual me hizo sonreír, yo también ya la extrañaba.

—Entonces, a la misma hora de siempre — decidí —. ¿Estará Charlie ahí?

—No, mañana se va a pescar.

— ¿Y qué pensará si no vuelves? — Quise advertirle que había un pequeño porcentaje de que eso sucediera.

—No tengo ni idea — Y lo dijo como si no le importara mucho el asunto. —Sabe que tengo intención de hacer la colada. Tal vez crea que me he caído dentro de la lavadora.No estaba tomando seriamente el asunto y eso me molestó ¿acaso no sabía que yo era demasiado peligroso para ella? Debía tener un aliciente para poder traerla de vuelta.

— ¿Qué vas a cazar esta noche? —

—Cualquier cosa que encontremos en el parque — Me gusto el tono de su voz al decir estas palabras, como su fuera los más normal de mundo salir de cacería. — No vamos a ir lejos—

— ¿Por qué vas con Alice? —Me preguntó

—Alice es la más... compasiva—

— ¿Y los otros? —Preguntó con timidez—. ¿Cómo se lo toman? —

En ese momento me permití leer los pensamientos de mis hermanos que estaban en nuestra habitual mesa.

Estúpido, inconsciente, tarado. Me disparaba Rosalie.

Por favor, por favor, por favor, puedo conocerla ahora. Me pedía Alice.

Jasper estaba impaciente, sabía que mañana iríamos de excursión y temía lo peor.Emmett por su parte estaba molesto ya que le habíamos excluido de la cacería y tendría que asistir a la clase de inglés.

—La mayoría con incredulidad— Solo le contesté. Y ella miro a hurtadillas a mis hermanos.

—No les gusto — Agregó.

—No es eso — Le mentí… solo en parte—. No comprenden por qué no te puedo dejar sola. Y ella me entregó una enorme sonrisa.

—Yo tampoco, si vamos al caso—

Moví mi cabeza lentamente, y clave la mirada en el techo al mismo tiempo que reflexionaba sobre sus palabras. Verdaderamente no era consciente de sí misma, del efecto que causaba en los demás, Volví a mirar sus ojos.

—Te lo dije, no te ves a ti misma con ninguna claridad no te pareces a nadie que haya conocido. — Me fascinas—Me dirigió una furiosa mirada, seguramente había pensado que lo decía en broma y no pude evitar sonreír a ese gesto.

—Al tener las ventajas que tengo — Le dije tocando mi frente disimuladamente—, disfruto de una superior comprensión de la naturaleza humana. Las personas son predecibles, pero tú nunca haces lo que espero. Siempre me pillas desprevenido. Le confesé.

Desvió mi mirada para ver nuevamente a mi familia.

—Esa parte resulta bastante fácil de explicar, pero hay más, y no es tan sencillo expresarlo con palabras...

De pronto Rosalie atrapó a Bella con la mirada y una oleada de furia subió por mi pecho y emití un bufido muy bajo para ser escuchado por los oídos humanos, pero lo suficientemente fuerte para advertir a Rosalie. Ella giró la cabeza y liberó a Bella se su embrujo.

Al mirarme nuevamente se podía ver en ella el miedo que le había provocado Rosalie.

—Lo lamento. Ella sólo está preocupada. Ya ves... Después de haber pasado tanto tiempo en público contigo no es sólo peligroso para mí si... — Y no pude seguir mirando su rostro.

— ¿Si...? —

—Si las cosas van mal—. Y no pude contener la pena y la angustia que sentía al decirle estas cosas que ya había pensado un millón de veces durante todas estas noches.

Avergonzado dejé caer la cabeza entre mis manos, debería haber sido capaz de levantarme, haberle dicho que me olvidará. Haber podido hacer cualquier cosa para no estar con ella, para no amarla como lo estaba haciendo, para no desear estar con ella con todo mí ser, pero no podía, simplemente ya no podía irme de su lado y me odiaba por eso… En ese momento ella interrumpió mis lamentos.

— ¿Tienes que irte ahora? —

—Sí — Le conteste mientras le miraba a los ojos y todo cambio es un segundo, estaba seguro de mi mismo, como estaba seguro del amor que sentía por ella. Sonreí lleno de esperanza.

—Probablemente sea lo mejor. En Biología aún nos quedan por soportar quince minutos de esa espantosa película. No creo que lo aguante más—

Alice ya se había puesto de pie y se dirigía a nuestra mesa. Por fin me dejaría en paz. Sin mirarla la salude. —Alice—.

—Edward —respondió ella.

—Alice, te presento a Bella... Bella, ésta es Alice —

—Hola, Bella — Estaba tan contenta. —Es un placer conocerte al fin—

Le dedique una sombría mirada.

—Hola, Alice — Le contestó con timidez

— ¿Estás preparado? —Me preguntó.

—Casi —Le contesté molesto por la intromisión. ..—Me reuniré contigo en el coche—

Alice se alejó sin decir nada más. Se había percatado de mi malestar.

—Debería decir «que te diviertas», ¿o es el sentimiento equivocado? — Me preguntó al tiempo que me miraba nuevamente ya que se había distraído con el andar de Alice.

—No, «que te diviertas» es tan bueno como cualquier otro— Le dije recuperando el buen ánimo.

—En tal caso, que te diviertas.

—Lo intentaré — Le respondí.

—Y tú, intenta mantenerte a salvo, por favor—

—A salvo en Forks... ¡Menudo reto! —

—Para ti lo es — Estaba seguro que se estaba tomando mis palabras más superficialmente de lo yo habría querido. — Prométemelo— Le pedí

—Prometo que intentaré mantenerme ilesa — me dijo —Esta noche haré la colada... Una tarea que no debería entrañar demasiado peligro—

—No te caigas dentro de la lavadora —

—Haré lo que pueda—

Me puse en pie y ella también.

—Te veré mañana — Me dijo.

—Te parece mucho tiempo, ¿verdad? — Le pegunté con pena.

Asintió.

—Por la mañana, allí estaré — Le prometí, pensando que posiblemente la vería más pronto de lo que ella creía.

Recordé que la noche anterior había anhelado tocar su cuerpo y extendí la mano a través de la mesa y le acaricie el rostro, con mucho cuidado rocé sus pómulos para luego darme la vuelta y salir de la cafetería.

Nos tomó más tiempo del que pensábamos traer el carro de Bella. Me habría gustado correr mientras Alice me esperaba junto a mi coche. Pero en vez de eso tuvimos que interpretar el papel de humanos.
Conduje junto a Alice hasta casa de Bella y luego la seguí de vuelta al Instituto.

Cuando por fin pudimos dejar atrás la ciudad, me lance a toda velocidad por la carretera, estaba decidido a volver antes de medianoche para poder estar con ella y seguir mi terapia de inmunización, si es que se podía decir así.

Alice era una gran compañera de casa, su tamaño generalmente se confundía con debilidad, pero era una experta cazadora y daba a sus presas un final rápido las criaturas ni se enteraban que les había sucedido solo en pocas oportunidades habíamos cazado solos ya que Jasper estaba aferrado a ella como su sombra, por mi parte cazaba con Emmett, Carlisle o la gran mayoría de las veces solo.
Bebí hasta que me sentí hinchado, la verdad es que era bastante incómodo, Alice se reía de mí y decía que estaba volviéndome “Un poco exagerado”.

—Todo estará bien— Me volvió a decir.

—Gracias— Le respondí.

No nos tomó mucho tiempo volver a casa ya que no habíamos ido muy lejos acompañe a Alice a casa y luego fui al encuentro de Bella.
Ella no se movió en toda la noche, estoy seguro que tampoco soñó… bueno no conmigo.
Me senté en el suelo, justo bajo su ventana y ahí la contemplé.

¿Cómo describir mis sentimientos? Me sentía tan… ¿nervioso? ¿Así me sentía? Bueno supongo que esa era la palabra adecuada estaba nervioso, mañana estaría con ella, no es que estas noches no hubiera estado con ella, pero por fin estaría con ella a solas. Al pensar en eso sentí un repentino dolor en el estomago ¿Era eso posible? Apreté los labios para no romper en una carcajada los sentimientos y emociones corrían desde mi cabeza a la punta de mis pies, ¿podría compartir con ella todas estas cosas?

“Se lo tomara mejor de lo que crees” Me había dicho Alice pero eso no disminuía mi ansiedad.

Lo que quedaba de noche transcurrió muy lento, aun para mi, mil preguntas daban vuelta en mi cabeza. ¿Y si no me presentaba? ¿Me hablaría en el Instituto? ¿Si salía por esa ventana y no volvía ni siquiera al Instituto? Demasiado tarde, demasiado tarde, solo eran estúpidos pensamientos, no tenía la fuerza ni las ganas de estar en ningún otro lugar que no fuera esa pequeña habitación, donde dormía la razón de toda mi existencia. Sin ella ya no habría nada que iluminara mis días y mis noches… Sin ella ya no viviría o por lo menos no quería vivir.
Por fin llego la aurora…

Di tres golpes a la puerta de su casa, escuche como corría escalera abajo, desee que no lo hiciera, con su suerte podría perfectamente haber caído y haber terminado con una pierna rota.

Corrió hacia la puerta pero se le trabo el pestillo ¿Habría estado tan nerviosa si comprendiera que corría hacia su posible muerte? Desterré rápidamente esos pensamientos.

“Todo está bien, todo estaría bien, todo estaría bien” Y al contemplarme es su ojos comprendí que así sería, todos los temores se derritieron con el calor que su cuerpo emanaba.

Cuando contemple el total de su figura descubrí que por algún truco del azar o del destino nos habíamos vestido con los mismos colores. Me reí de buena gana.

—Buenos días. Le dije aun con una sonrisa en los labios.

— ¿Qué ocurre? —

—Vamos a juego— Y volví a reír. Llevaba un suéter con un cuello alrededor de la garganta color canela y unos vaqueros azules, casi del mismo tomo que los míos. Pero en ella lucían encantadores ya que el color canela contrastaba con su cabello y sus ojos, estaba mmmm… para comérsela y volví a reír.

Caminamos hacia su monovolumen y aguardé resignado junto a la puerta del copiloto.

—Hicimos un trato — Me recordó, pero yo si me acordaba, lo que pasaba es que no me resignaba.

Cuando estuve sentado a su lado me pregunto:

— ¿A dónde? —

—Ponte el cinturón... Ya estoy nervioso— Le pedí.

— ¿A dónde? —repitió en medio de un suspiro, demasiado parecido a los que hace cuando me llama entre sueños.

—Toma la 101 hacia el norte — Le dije, un poco molesto conmigo mismo.

A poco andar descubrí que esto de ser copiloto no era tan malo después de todo ya que podía contemplar a Bella todo el camino, claro que sería mucho mejor fuéramos un poco más rápido.

— ¿Tienes intención de salir de Forks antes del anochecer?—

—Un poco de respeto — Me contestó —Este trasto tiene los suficientes años para ser el abuelo de tu coche—

Cuando por fin logramos salir del pueblo le indique que girara a la derecha para tomar la 101.

—Ahora, avanzaremos hasta que se acabe el asfalto. — Agregué.

— ¿Qué hay allí, donde se acaba el asfalto? —

—Una senda—.

— ¿Vamos de caminata? — Me preguntó un tanto preocupada.

— ¿Supone algún problema? —

—No—

Era tan mala mintiendo, Ella estaba consciente que no podía caminar sobre una superficie perfectamente plana sin tropezar con sus propios pies.

—No te preocupes, sólo son unos ocho kilómetros y no iremos deprisa—

Pero no dijo nada, verdaderamente estaría preocupada por la senda o finalmente se había dado cuenta de lo peligroso que resultaba para ella la situación.

Después de un momento, comenzó a impacientarme su súbito silencio.

— ¿En qué piensas? — Quise saber.

—Sólo me preguntaba adonde nos dirigimos —Volvía a mentir.

—Es un lugar al que me gusta mucho ir cuando hace buen tiempo—

Pronto llegaríamos a mi claro, Alice nos había visto en él y pronto me mostraría tal como soy y le diría todo lo que siento por ella.

Las nubes ya comenzaban a disiparse y me distraje mirando por la ventana.

—Charlie dijo que hoy haría buen tiempo— Agregó de pronto.

— ¿Le dijiste lo que te proponías?

—No.—

¡¿Qué?!

—Pero Jessica cree que vamos a Seattle juntos... ¿No? —

—No, le dije que habías suspendido el viaje.... —

— ¿Nadie sabe qué estás conmigo? — Le dije, a esas alturas ya me encontraba de verdad muy molesto.

—Eso depende... ¿He de suponer que se lo has contado a Alice? —

—Eso es de mucha ayuda, Bella — Agregué bruscamente, la idea de que nadie supiera que estaba con migo me molesto de sobremanera. ¿No había nada que yo pudiera decirle para que entendiera lo peligroso que yo era para ella? Y ahí estaba como si nada pasara.

— ¿Te deprime tanto Forks que estás preparando tu suicidio? — Le recriminé.

—Dijiste que un exceso de publicidad sobre nosotros podría ocasionarte problemas —

— ¿Y a ti te preocupan mis posibles problemas? —Estaba verdaderamente molesto—. ¿Y si no regresas? —

Solo se dedicó a negar con la cabeza con la vista fija en la carretera.

— Isabella Swan verdaderamente creo que estas mal de la cabeza— Estaba tan molesto que no me preocupe de que mis palabras salieran a toda velocidad de mi boca yo necesitaba, aun sabiendo que todo iría bien, necesitaba que alguien supiera que Bella estaba conmigo. Necesitaba algo que me hiciera llevarla sana y salva de regreso a su casa.


Se bajó del coche sin mirarme seguramente debido al calor se quitó el suéter y lo anudó a su cintura, llevaba una camiseta sin mangas, nunca había visto a blancura de sus brazos, sus hombros, su clavícula, su largo cuello, me quité yo también el suéter y dando un portazo me bajé del coche.

No quise mirarla nuevamente ya que seguramente me turbaría su figura y yo quería permanecer molesto con ella. —Por aquí — Le dije y comencé a adentrarme en el bosque.

— ¿Y la senda? — Me preguntó con pánico en la voz al mismo tiempo que trataba de darme alcance.

—Dije que al final de la carretera había un sendero, no que lo fuéramos a seguir—

— ¡¿No iremos por la senda?! — Preguntó como si la idea le aterrara.

—No voy a dejar que te pierdas— Le contesté en tono de burla, ¿verdaderamente le temía al bosque o por fin había entendido todo el asunto?

Claro que finalmente había entendido que se estaba jugando la vida en este paseo y el dolor subió por mi estomago y salió por mi garganta.

— ¿Quieres volver a casa? — Conseguí decir en un hilo de voz ya me había alcanzado y estaba parada junto a mí.

— ¿Qué va mal? — Le pregunté esperando que esta vez me contestara con sinceridad.

—No soy una buena senderista —. Tendrás que tener paciencia conmigo.

—Puedo ser paciente si hago un gran esfuerzo— La miré a los ojos y le sonreí para darle animo, pero no dio resultado. Estudié su rostro y pude ver el miedo en sus ojos.

—Te llevaré de vuelta a casa — Le prometí. Era lo mejor para ella.

—Si quieres que recorra ocho kilómetros a través de la selva antes del atardecer, será mejor que empieces a indicarme el camino — Dijo súbitamente.

Su miedo no era estar a solas conmigo, no me temía, eran otros sus miedos, no podía comprender la expresión de su rostro. Al cabo de un momento me rendí y comencé la marcha hacia el bosque.

Traté de caminar lo más lento posible ya que no quería que se sintiera avergonzada. Trate de avanzar por un camino sin muchos obstáculos, pero de todas maneras nos encontramos con algunos. En esas ocasiones le sostenía por el codo y la soltaba cuando estaba seguro que podía continuar por su cuenta. No quería que mi helada piel la molestara, sin embargo cuando eso sucedía su corazón rompía a latir muy rápido. Por otro lado el contacto de su piel era demasiado agradable, ya podía verme a mí mismo acostumbrado casi de inmediato a ese cálido toque. Me daba pavor mirar su cara y ver un signo de repulsión, pero cuando estaba cerca de ella no podía dejar de ver los detalles de sus cuerpo, su piel, sus delicados brazos, para tratar de pensar en otras cosas que no fueran su figura, me dedicaba a hacerle una que otra pregunta que había quedado pendiente de mi larga lista, por ejemplo sus cumpleaños, los profesores en la escuela primaria y las mascotas de su infancia...

Me dijo que había renunciado a ellas después de que se le murieran tres peces de forma seguida, y no pude evitar el reírme a todo pulmón y mi risa rebotó con un eco en el bosque.

El viaje fue lento pero yo estaba tan contento de estar en ese espacio grande, verde y privado junto a ella, me habría gustado tomarla de la mano y correr con toda nuestras fuerzas. Pero ella no era mi igual y yo nunca permitiría que lo fuera.

Pero esos pensamientos no lograron nublar el buen ánimo que me había producido la caminata.

— ¿Aún no hemos llegado? — Preguntó haciendo una mueca con el ceño fruncido.

—Casi —Le conteste feliz de ver que aun no estaba cansada. — ¿Ves ese fulgor de ahí delante?

Seguramente no podría verlo ya que para sus ojos humanos aún estaba muy lejos.

—Humm… ¿Debería verlo? — Me respondió. Justo como pensé, aun no lo veía.

—Puede que sea un poco pronto para tus ojos— Le dije en tono burlón.

—Tendré que pedir hora para visitar al oculista — Lo dijo en voz baja, seguramente pensó que no podría oírla y esa idea me hizo sonreír.

Cuando por fin pudo ver la luz a través de los árboles apretó el paso y yo deje que me adelantará, ahora vendría la parte más difícil para mí, debía prepararme para su reacción. Trate de recordar la visión de Alice, Bella cruzó la última línea de helechos y se adentró en el amplio espacio bañado por la luz del sol.

Se dio media vuelta, buscándome pero yo permanecí bajo el abrigo de las sombras, al encontrarse sola giro tratando de ver donde yo estaba, hasta que por fin me vio. No me podía mover, medio petrificado por el miedo lo único que podía ver eran ojos llenos de preguntas, su cabello brillaba con esos reflejos rojos que hace algún tiempo atrás había descubierto.

Dio un paso hacia mí, con sus ojos llenos de curiosidad, pero yo aun sentía miedo y vergüenza a la vez, me entregó una enorme sonrisa y me hizo señas para que me reuniera con ella, al mismo tiempo en que se acercaba un poco más pero levanté mi mano para que no continuara y dio un paso atrás.

Respiré profundamente, llenando mi cuerpo de valor y salí de mi escondite, al dar ese pequeño paso, no solo me exponía al brillante resplandor del mediodía, ahí, detrás de mi quedaban todos mi miedos.

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wOla... que les pareció??? Nuestro vampiro si que tiene problemas para aceptar sus sentimiento no?? menos mal que tenemos a Alice!! jejeje... y no se pueden quejar eh!! este capítlo ha sido lo suficientemente largo... no se olviden de dejarme sus comentarios... si no como quieren que me entere si les gusta???
dalee... suspiren mucho y
nos leemos prontito!!

Bellany G.
XOXO

SOL DE MEDIANOCHE

Introducción


Antes que nada, permitanos contarles que estamos más que agradecidas con la autora de este Fan-Fic Alexa Cullen, pues además de ser muy buena en lo que hace también es una estupenda amiga (Ale te queremos!!!)

Pero hablemos del Fic...

Como sabrán, Stephenie Meyer dejó inconcluso el quinto libro de la Saga, Sol de Medianoche (Midnight Sun), es decir, Crepúsculo pero desde el punto de vista de Edward Cullen, debido a que fué indevidamente puesto en circulación en internet, por lo que es posible encontrar los 12 capítulos de dicho trabajo (incluso en la página oficial de la autora los pueden encontrar en inglés)...
Pues bien, después de muchas peticiones acerca de una continuación, Alexa decidío rescatarnos!!

Si, tal como lo leen... Este fic es la continuación de Sol de Medianoche e inicia a partir del capítulo 13. Su estilo es muy similar al de S. Meyer y mantiene tanto los dialogos originales como la secuencia del libro inicial de la saga...
Sumerjanse en los pensamientos de nuestro vampiro favorito, conozcan sus sentimientos y contemplen los motivos de las acciones que lo llevaron al gran amor de su existencia...
Bella Swan.

¡¡QUE LO DISFRUTEN!!
Bellany G.
XOXO

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