OUR FIRST TIME
Por Kath Cullen
"Siempre habíamos sido los mejores amigos, compartíamos todo, desde las travesuras en el jardín de niños hasta nuestro primer beso, entonces ¿Por qué esta vez iba a ser distinta?"
Edward POV
―¿Qué sucede, Bella?—le pregunté mientras tomaba asiento junto a ella.
Mi amiga bajo la mirada unos segundos antes de volver a mirarme, cuando lo hizo, sus mejillas tenían un delicado tono rosado. Suspiró.
―… Jacob me pidió que… bueno, él y yo…
lo hiciéramos…―dijo en tono bajo.
No pude evitar que mis puños se cerraran a mis costados de la rabia, pero intente disimular mi enojo cuando le hable.
―¿Y por que me lo dices a mi?
Ella me miró confusa, tal vez, no logre disimular muy bien.
―Por que necesito tu ayuda, Edward.
―¿Mi ayuda?—le pregunté con extrañeza.
Ella asintió.
―Mira, tú sabes que yo bueno, … yo aun soy virgen y…―se trabó.
―No entiendo, Bella, pero si no estas segura de querer dar ese paso con Jacob, deberías decírselo… No debes sentirte obligada.
―No, no es eso.
―¿Entonces…?—inquirí sin comprender.
―Es solo que yo…―bajó la mirada―, ya sabes, no tengo experiencia…―Iba a decirle que aquello no importaba, aun cuando la sola imagen de ese tocándola me enojaba, pero ella me interrumpió antes de que pudiera decir algo―. Por eso necesito tu ayuda.
La mire con extrañeza, la mayoría del tiempo Bella era para mi casi como un libro abierto, nos conocíamos de toda la vida por lo cual, para nosotros era sencillo saber que pasaba por la mente del otro aun antes de expresarlo con palabras, pero últimamente esto nos estaba resultando difícil. Ninguno de los dos se dejaba ver con tanta facilidad, nos estábamos ocultando cosas, como ella cuando comenzó a salir de pronto con ese chico, Jacob hacía más de medio año.
―No te sigo, Bella…
Ella bufó antes de ponerse de rodillas en el sofá y mirarme a los ojos.
―Edward, eres mi mejor amigo desde que tengo uso de memoria ―asentí―, y bueno, siempre haz estado aquí para mi, como yo para ti…
―Si, pero… ¿Qué tiene que ver con…?
―Necesito que hagas algo por mi ¿Lo harías? ¿Lo harías, Edward?—pidió con sus ojos castaños brillando. No podía negarle nada.
―Claro, lo que sea, Bella.
―Hazlo conmigo…―dijo con las mejillas alborozadas y la mirada fija en la tela de color beige que cubría el sofá.
―¿Qué?
Estaba seguro de que mi expresión de perplejidad era mayúscula, no podía dar crédito a las palabras que había oído de los labios de mi mejor amiga, ella simplemente no podía estarme pidiendo aquello; ¿Acaso no notaba como me consumían los celos cada vez que la veía con su novio? ¿No se daba cuenta de que la quería más de lo que debería? ¿No se daba cuenta de que pedirme eso era demasiado para mi, más de lo que podría soportar?
―No, no, Bella― dije moviendo la cabeza de lado a lado―, no puedo, no… no sabes lo que estas diciendo, es una locura.
―Por favor, Edward―rogó―, me lo prometiste.
―¡Por que pensé que era un favor medianamente cuerdo!—grité fuera de mi.
―Por favor―volvió a pedir―, será como con nuestro primer beso, por favor, eres con el único que tengo la confianza suficiente como para dar un paso así…
―Me estas pidiendo algo más que un simple beso, Bella, quieres que tengamos relaciones… no es algo para tomárselo a la ligera.
―Lo sé, por eso te lo pedí…―la mire con los ojos entornados―, no tengo experiencia, y no quiero que Jacob piense que soy una tonta si no sé que hacer―dijo agachando la mirada.
―Sería un idiota si pensara algo así―le dije levantando su mentón, sus ojos estaban vidriosos.
―Por favor, Edward―volvió a rogar con voz queda―, hazlo por mi… sé que no soy la gran cosa, no soy como Tanya, pero por favor, ayúdame… Me da miedo dar un paso así con alguien más ―repitió―, tú me conoces mejor que nadie, por favor…
―Bella…
―Por favor, no te voy a pedir nada más, solo será una vez y después, será como si nada hubiera pasada… Todo seguirá siendo igual.
Pero yo sabía que no sería así…
No con mis sentimientos de por medio. Sabía que sería algo más que solo hacerlo, estábamos hablando de la chica a la cual amaba en secreto desde hacía tiempo, pero ella me veía solo como un amigo y nada más. Para mi significaría mucho más que un simple “favor de amigos”.
.....
Mientras conducía rumbo a la casa de Bella aquel sábado a media tarde me repetí mentalmente una y otra vez nuestra conversación, intentando convencerme de la locura que iba a cometer. Conduje de manera mucho más lenta de lo usual intentando retrasar el momento, rogando mentalmente por que finalmente Charlie hubiera cambiado su turno en la estación de policías y siguiera aun en la casa. Pero no tenía tanta suerte, el coche patrulla no estaba allí cuando estacione mi auto en la entrada. Camine rumbo a la puerta con las manos en los bolsillos de mis vaqueros y un gran nudo en el estomago. Tragué con fuerza antes de llamar a la puerta. Bella abrió antes de que mis nudillos pudieran entrar en contacto con la madera.
―H-Hola, Edward…―dijo con una sonrisa nerviosa.
―Hola ―respondí simplemente, se hizo a un lado para dejarme pasar.
La tensión se sentía en el ambiente, estaba nervioso, y al parecer Bella igual, ambos nos quedamos parados en el recibidor de la casa, tenía las manos ocultas en los bolsillos mientras recorría con la vista la familiar estancia.
―Eh, ¿quieres pasar?
―Si, estaría bien…
Ambos nos quedamos en el mismo lugar en el cual estábamos, nos miramos y no pudimos evitar estallar en carcajadas.
―¿Estamos actuando como un par de tontos, no es así? —me preguntó entre risas.
―Si, creo que si…
―Ven, vamos…―dijo tomando mi mano, risas seguían escapando de sus labios.
Llegamos hasta el sofá, cada uno se sentó en un extremo, nos volteamos al mismo tiempo haciendo contacto visual, me sentí aun más nervioso. Pues, a diferencia de lo que Bella creía, esa tarde seríamos dos los que dejaríamos de ser inocentes.
―¿Edward…?
―¿Si?
―Gracias…
―¿Por qué?
―Por todo, por… bueno ya sabes, ayudarme en esto…
Suspire, antes de asentir.
―¿Y bueno…?—preguntó.
―¿Si…?
―¿Subimos…? —inquirió en voz baja, casi imperceptible.
―Supongo que si eso quieres…―respondí encogiéndome de hombros.
¿Aquella escalera siempre había sido tan larga? Me parecía que los escalones no acababan nunca o tal vez eran mis pies que iban más lentos de lo habitual, sin embargo, agradecía esto, cualquier cosa que retrasara esto era bienvenida. Incluso había aguzado mi oído a la espera de oír las ruedas de la patrulla de Charlie o el timbre del teléfono, cualquier cosa que me impidiera hacer la locura que estaba por cometer.
Pero no tuve esa suerte.
Bella abrió la puerta con movimientos torpes, no era el único nervioso, eso podía leerlo en sus ojos.
La habitación estaba como siempre, las paredes de color azul claro, las cortinas de encaje cerradas, dejando pasar apenas los escasos rayos del siempre inesperado sol, el escritorio, el computador, la mecedora en una esquina y la cama, aquella pequeña cama que ahora sería mucho más que un simple lugar de conversación.
Bella avanzó y se sentó sobre la cama arrugando levemente el edredón, palmeo el sitio a su lado dándome a entender que fuera junto a ella, camine con pasos lentos hasta allí.
―Estoy nerviosa ―confesó tomándome la mano.
Entrelace sus dedos con los míos.
―No te estoy obligando a nada.
―Lo sé, yo te pedí esto, es que simplemente…―movió la cabeza―, ¿ves? No tengo ni idea de que hacer, soy patética ―dijo riéndose de si misma mientras se golpeaba la frente con la mano libre.
―No lo eres…―le dije acariciando su mejilla, la cual estaba más roja de lo usual.
Lentamente me fui acercando a ella, acortando la distancia entre nuestros rostros, milímetros antes de que nuestros labios se tocaran, vacile, ¡tenía que detener esta locura!, pero en ese momento ella exhalo por sus labios entreabiertos, su calido aliento dio de lleno en mis labios y una loca ansia de beber de sus labios me invadió, en menos de un segundo mis labios se encontraban sobre los suyos.
Eran más dulces de lo que recordaba, suaves y carnosos, mi brazo se enroscó de inmediato en la pequeña cintura de Bella a la vez que ella pasaba sus manos por entre mis cabellos. Sus labios se abrían y cerraban a voluntad de los míos, mi lengua decidió seguir la línea de su labio inferior antes de ir en busca de la suya, cuando se encontraron, fue como una explosión, que me urgió a acercarla más a mi, sintiendo todas sus curvas contra mi cuerpo. Necesitando de ella más que del aire para respirar.
Pero sabía que no me conformaría con un simple beso.
Mis labios comenzaron a descender por su mejilla, mientras Bella respiraba de manera ruidosa intentando captar el suficiente aire, me dirigí hasta su oreja la cual besé y mordisqueé antes de descender por su blanco cuello de manera lenta, deleitándome con la extraña fragancia que procedía de su piel. Alce mi rostro para mirarla, tenía los ojos cerrados y una expresión de satisfacción en los labios que solo lograron aumentar mis ansias de ella, ya no me importaba el motivo ni nada, lo único en que podía pensar era en tenerla entre mis brazos y hacerla mía. Saber que sería el primero me hizo sentir repentinamente eufórico, después de todo, no había nada de malo en esto, me mentí.
Desabotoné uno de los botones de su blusa y ella no opuso resistencia alguna por lo que proseguí, uno tras otro, después lentamente hice desaparecer la prenda remplazando la tela con mis propias manos. Las mejillas de Bella estaban completamente rojas y me miro dándome a entender que ella quería hacer lo mismo con mi camisa, pero que se sentía incapaz de expresarlo con palabras, era increíble como nuestra comunicación no verbal se había vuelto a reestablecer, me pregunte si ella podía leer tan fácilmente en mi también y si lo que veía en mis ojos la asustaba, ¿sería capaz de ver la verdad? Y si era así ¿Por qué no me detenía?
Sus pequeñas y vacilantes manos se movieron con lentitud por mi pecho sacando de sus ojales los botones de mi camisa. Cuando termino, se incorporó sobre sus rodillas y lentamente deslizo la prenda por mis hombros y brazos. Me miró y ambos sonreímos nerviosos antes de unir nuevamente nuestros labios.
Mis manos vagaron por su espalda de arriba abajo de manera, sintiendo como su piel se erizaba con mis roces, sus manos no se habían quedado quietas y retorcían mi cabello con cada paso de nuestras lenguas y cada jadeo que escapaba de nuestros labios, nuestros pechos subían y bajaban de manera agitada pero a un compás similar. Con cuidado, mis dedos abrieron el broche de su sujetador celeste de algodón, mis labios bajaron los breteles de este antes de que me separada un poco de ella haciendo que la prenda cayera automáticamente en la desarmada colcha purpura.
Me quede contemplándola embelezado, sus pequeños y redondos pechos subían y bajaban con cada respiro que daba, algunos mechones de su cabello castaño caían por delante dándole una imagen sensual, sus labios estaban rojos e hinchados y sus ojos estaban oscurecidos por la pasión como nunca antes los había visto, era tan hermosa, tan perfecta, tan bella.
Demasiado rápido ella ocultó sus ojos de mí, a la vez que intentaba cubrirse con un brazo.
―Perdoname…―balbuceó― lo siento, yo… ya sé que no soy la gran cosa y…
―Shhh…―la hice callar dándole un corto beso―. Eres hermosa Bella, nunca lo dudes…
Tome su brazo y lo aparte con cuidado, después con la yema de mis dedos recorrí un costado de su rostro, bajando por su cuello y descansando sobre uno de sus hombros.
―Eres lo más hermoso que he visto en mi vida…―susurré antes de buscar otra vez sus labios.
La sensación de su pecho desnudo contra el mío, piel contra piel, era maravillosa y mando una descarga eléctrica directamente a mi espalda.
―Bellisima…―susurré entre el beso.
Mis manos se atrevieron a ir más lejos, a comenzar a explorar, lentamente y de manera vacilante deje que mis manos vagaran por los costados de sus pechos haciéndola estremecer y suspirar con mayor fuerza, lo cual me incentivó a repetir el proceso. Suavemente la fui recostando en la pequeña cama. Ella alzó los brazos pidiendo mi compañía, la cual no pude negarle, por supuesto. Sus manos descendieron por mi pecho y mi abdomen hasta encontrarse con el botón de mis pantalones, el cual no dudo en desabrochar, mis labios volvieron a bajar por su cuello hasta el valle de sus senos el cual bese. Un suspiro escapo de sus labios, a la vez que recostaba la cabeza contra la almohada.
Me volví más temerario, más atrevido, y deje que mi boca recorriera su redondo pecho hasta llegar a su cumbre, la cual acaricié de manera lenta.
―Edward…―gimió y me sentí desfallecer. Yo había hecho eso.
Volví a hacerlo recibiendo un gemido más fuerte por respuesta, a la vez que mi otra mano bajaba por su costado y comenzaba a desabotonar sus vaqueros. Repetí la acción, esta vez en su otro pecho y sentí como sus dedos recorrían mi cabello y bajaban por mi espalda trazando pequeños e irregulares círculos. Mis labios se encaminaron hacia su plano vientre.
―ja, ja, ja, ja… Edward ―suspiró―, ¡me haces cosquillas!
Alcé mi rostro, ella se mordió el labio. No pude resistir besarla de nuevo, después de todo ¿Cuándo volvería a tener una oportunidad como esta? Nunca.
Había perdido la cuenta de cuantas veces había probado sus labios o de cuantas veces mis manos habían vagado por su suave cuerpo, para mi, era simplemente como estar en el cielo, mi cielo personal. La sensación de su piel empapada por el sudor en mis labios era intoxicante, era como una droga de la cual me había descubierto adicto. Sus labios eran un dulce veneno y sus gemidos y jadeos eran la perfecta melodía que endulzaba mis oídos.
La cama estaba completamente desecha de las veces que habíamos rodado por ella.
Ya no había barreras entre nosotros. Solo estábamos los dos, piel contra piel, besé por última vez sus labios antes de mirarla directamente a los ojos. Acaricie su mejilla mientras le preguntaba con la voz ronca y entrecortada:
―¿Estas segura, Bella…?
Ella movió suavemente sus caderas contra mi pelvis a la vez que asentía con la cabeza.
Mi confesión pugnó por salir de mis labios a la vez que comenzaba de manera lenta a adentrarme en ella, pero no lo hice, no dije nada. Podía sentir como su cuerpo se iba adaptando lentamente al mío a la vez que las uñas de Bella se clavaban en mi espalda y se mordía el labio inferior con fuerza, tanta que temí que fuera a hacerse daño.
―¿Estas bien…?—pregunté angustiado, deteniéndome en el acto.
Ella asintió.
―Si… simplemente, no te detengas…
Apoye mi frente en la suya antes de darle un pequeño beso en la nariz y terminar de adentrarme en ella. Me mantuve quieto por algunos segundos disfrutando de la sensación de sentirme parte de ella, éramos uno, en el sentido estricto de la palabra. Y supe en ese instante que nada volvería a ser igual.
Nunca…
Las caderas de Bella chocaron contra las mías incitándome a moverme. Demoramos unos segundos en encontrar nuestro ritmo, pero una vez lo hicimos, no lo volvimos a perder, era tan maravilloso, sentir que encajábamos a la perfección, ver como nuestros pechos ascendían y descendían al mismo tiempo, sentir sus manos paseándose por mi piel, sentir su tersa piel entre mis manos, sentir sus jadeos contra mi oído, oírla suspirar mi nombre, me hacia sentir de maravilla, amado…
El calor aumentaba y presentía que pronto todo acabaría, pero por un lado no quería que esto sucediera, por mi me quedaría así, unido a ella, por toda una eternidad, pero cuando la urgencia de sus caderas y la presión de su cuerpo sobre mi comenzó a aumentar supe que el fin estaba cerca, el fuego que sentía recorrer por mis venas ardió con aun más potencia, reclame sus labios como míos cuando sentí que el dulce climax nos alcanzaba juntos. Me recargue un poco más contra ella, agotado y respirando de manera irregular.
Sus dedos volvieron a recorrer mi cabello humedecido por el sudor. Sentía la jadeante respiración de Bella junto a mi oreja, sentía unas ganas enormes de volver a besarla, pero sabía que eso ya no sería correcto. Lentamente me separe de ella hasta quedar recostado de medio lado, sus ojos café estaban fijos en los míos y una linda sonrisa se extendía por sus labios rojos, las ganas de besarla volvieron, pero logre contenerlas.
Intenté desenrollar las sabanas de la cama y nos tape con ellas. Bella llevo una de sus manos hasta mi mejilla, sus dedos la recorrieron de manera lenta.
―Gracias…―susurró.
No respondí, me sentía extraño, distinto. Y todo lo empeoraba el hecho de que el único que miraba esto como algo especial era yo.
―¿Edward, te pasa algo? —me preguntó asustada.
―No ―respondí secamente.
―No me mientas, Edward ―me dijo, alzándose para poner su rostro a la altura del mío, el cual se encontraba entre sus manos―, a ti te pasa algo, te conozco. No puedes mentirme.
―No me pasa nada…―dije volteándome para escapar de sus ojos.
Creí que había desistido, pero a los pocos minutos sentí su peso sobre mi, estaba sentada a horcajadas sobre mi y sostenía mi rostro con fuerza entre sus manos, sus largos cabellos me hacían cosquillas.
―Edward Anthony Cullen, dime ya que te sucede o tendré que tomar medidas drásticas…―no respondí―. Edward, ¿acaso no confías en mi? —preguntó con un puchero. Sabía que no podía decirle no cuando ponía esa cara, tal vez mi hermana Alice era una mala influencia para ella―. Edward…
Con cuidado la tome de la cintura y la senté al lado mío, yo hice lo mismo, nervioso me lleve una mano al cabello y lo desordene más de lo que ya estaba, me tome el rostro, abrí los ojos y los enfoque en Bella, estaba bien, si ella quería la verdad, la tendría, aun cuando después de oírla no me quisiera ver.
―Te quiero…
Ella sonrió.
―Yo también te quiero…―me dijo dándome un puñetazo juguetón en el hombro. Capture su muñeca entre mis manos y la deslice hasta mi pecho, para que quedara sobre mi corazón. Ella me miró sorprendida.
―Pero no te quiero de esa forma ―la confusión seguía escrita en su rostro―, te quiero más que como a una simple amiga, yo… yo te amo, Bella —bajé la mirada.
Iba a levantarme e irme antes de que ella expresara en palabras su rechazo, sin embargo, no pude, sentí como su mano que aun seguía sobre mi corazón comenzaba a temblar y escuche los sollozos que pugnaban por salir de su garganta.
―¡Bella! —exclamé alarmado. Las lagrimas escapaban de sus ojos castaños y se deslizaban con lentitud por sus mejillas como minutos antes habían hecho mis labios.
―No… no m-me mientas, Edward… no, no tienes por que h-hacerlo…―dijo de manera entrecortada.
―No te estoy mintiendo, Bella ―le respondí tomándola de los hombros.
―Si, si lo haces…―soltó mientras ocultaba su rostro en mi pecho―. No entiendes que me duele que me mientas, yo…
―¿Tú, qué, Bella? —mi mano de manera temblorosa fue hasta su mentón y lo alzó.
―Yo… yo…―suspiró de manera ruidosa.
Y de pronto sus suaves labios estaban presionados contra los míos, en un principio me sorprendió por lo que me quede estático, pero tan solo fueron unos segundos los que demore en estrecharla entre mis brazos y corresponderle el beso.
¿
Acaso ese beso significaba lo que yo tanto anhelaba?
Tuve mi respuesta cuando sus labios se deslizaron por mi oído y me susurraron suavemente.
―Yo también te amo, Edward.
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vale, primero que nada quiero disculparme con una de las nenas más lindas que he conocido por este medio (juro que no se donde meter la cabeza de la vergüenza que tengo T_T)...
TREMY...
DISCULPAME POR HABER DEJADO PASAR UN ACONTECIMIENTO TAN PERO TAN IMPORTANTE, NO ES JUSTIFICACIÓN PERO TE JURO QUE LO DE 'BELLANY' NO ES POR LINDA... ES POR TORPE, DESPISTADA Y OLVIDADIZA... NENITA DE VERDAD QUE LO SIENTO MUCHO... AHORA POR AHÍ DICEN QUE MÁS VALE TARDE QUE NUNCA (GRACIAS INFINITAS A QUIEN SE LE OCURRIÓ!!!!) ASÍ QUE...
¡¡¡ FELIZ CUMPLEAÑOS !!!
NENITA, TARDE PERO AÚN HAY TIEMPO PARA FESTEJAR... YO ME APUNTO JEJEJE... TE QUIERO MUCHISIMO Y GRACIAS POR TODO TU AMOR... CREEME QUE YO LO SIENTO IGUAL...
Bellany G.
**Ich Liebe Dich**
Bellany eres una fuente inagotable ¿como consigues todos estos relatos?, me encanta este blog, estoy como en casa.
Un beso para todas