domingo, 4 de octubre de 2009

ONE-SHOT

Amor, Finalmente Te Encontré

Por Giselita

Esme POV III

Ashland, 1921

La vida me había sido bastante injusta.

Hacia tiempo había entendido que haberme casado con Charles Evenson había sido el mayor error de mi vida. El era todo un caballero, un hombre bien y un esposo ejemplar pero solo en publico. Dentro de nuestra casa era todo menos un caballero.

Ya había perdido la cuenta de las noches que pasaba llorando a causa de sus golpes o abusos. Las personas no mentían cuando decían que al alcohol podía transformar al hombre más correcto en un monstruo. Y yo lo sabía muy bien.

Aun así, en medio de aquellas noches de dolor y angustias unos ojos dorados me miraban prometiéndome que pronto todo mejoraría. Que fuera fuerte.

El estallido de la Gran Guerra Mundial había traído algo de paz a mi vida. Charles había sido llamado al servicio y yo solo mostraba mi tristeza en público. Dentro de mi casa disfrutaba de la soledad lo más que podía.

Todos los días corría al buzón de correos. Revisaba furiosamente entre los diferentes sobres en busca de alguno con el sello del servicio militar. Nada, ni una carta de Charles diciendo si estaba vivo o no -cosa que no esperaba- él no se molestaría en mantenerse en contacto conmigo.

En ocasiones me sentía la peor esposa del mundo, deseando la muerte de su marido. Parecía algo ilógico… pero era mi realidad. La muerte de Charles era mi única forma de poder respirar en paz.

Nada me aseguraba su regreso, todos los días se escuchaban los gritos de desesperación de las familias al recibir la penosa noticia de la caída de alguno de sus padres, esposos, hermanos… hijos. En esas ocasiones deseaba que Dios reemplazara a cualquiera de aquellos extraños por Charles… pero tampoco podía darme por libre.

Y fue mejor que no lo hiciera, dos años después las radios y periódicos anunciaban el final de la terrible guerra y los sobrevivientes y heridos volverían a sus casas. Había perdido toda esperanza de que él no volviera. Y volvió.

Meses después Charles tocaba a la puerta de nuestra casa… sus ojos cargados con la más negra y atemorizante furia. Ni bien cerró la puerta, sin abrazarme cariñosamente una sola vez, comenzó nuevamente el infierno.

Parte de mi se había aferrado a la idea de que quizás los horrores y el sufrimiento de la guerra le hubieran cambiado. Pero no, Charles continúo con sus abusos y seguía forzándome tal y como lo había echo antes de partir.

Nunca en todos los años que habíamos vivido juntos tuve el valor suficiente para alejarme de mi esposo y de mi familia –la cual aun permanecía ajena a lo que ocurría en mi matrimonio- pero al enterarme de que tenía una nueva vida creciendo dentro de mí me dio la fuerza necesaria para escapar en medio de la noche.

Tuve que huir de él. Tuve que alejarme antes de que terminara matando a mi bebe y a mi. No podía permitir que una criatura creciera con un padre abusivo, si a mi me trataba de tal forma… no quería imaginar que seria de mi pequeño. Mi pobre cosita.

Llegue a una pequeña comunidad en las afueras de Ashland en 1921. Allí vi la oportunidad de comenzar una nueva vida –de llevarla como siempre la había soñado- junto con mi hijo, que nacería dentro de pocos meses. Había una pequeña escuela en la que me aceptaron de inmediato para hacer lo que tanto había soñado; enseñar.

Nadie hacia demasiadas preguntas sobre mi vida, la gente de Ashland se conformaba con mi sosa historia de mi trágica vida; yo era una de las tantas mujeres que quedaron viudas a causa de la Guerra Mundial. Fue fácil pretender aquello…

Meses después mi pequeño hijo había nacido. Pero no había tenido tiempo de darle un nombre o de amamantarlo que la vida se encargo de golpearme una vez mas, y esta vez el golpe había sido insoportable.

Mi pobre y pequeño bebe. Aun recuerdo su rostro cuando el doctor me dio la penosa noticia. Era tan frágil, tan hermoso... era mi pequeño regalo de Dios… y me lo habían arrebatado.

¡Era injusto! Apenas habia tenido la oportunidad de vivir. Alce el cuerpo sin vida de mi pequeño hijo, aferrándome a él mientras lloraba desconsolada. Besé su cabecita y le cante una nana mientras lo volvía a depositar en la cuna de la que jamás despertaría. Duerme mi pequeño, el cielo te aguarda.

Todo lo que había soñado, las nanas que esperaba cantarle, las palabras de cariño que quería decirle, verlo despertarse y mirándome con sus ojitos, verlo convertirse en un hombre y formar su propia familia… ser feliz. No tendria nada de eso...

Abrí mis ojos, el cielo tormentoso parecía llorar mi pena. Me adelante un paso más. Los dedos de mis pies envolvieron el filo del risco mientras el viento arremolinaba mi pelo, mezclándolo con la dulce lluvia y la sala ventisca marina.

Me incliné ligeramente, viendo mi final. Las olas se batían con fuerza contra las afiladas rocas de la pared del acantilado. Habría unos cien metros por lo menos de caída, tomaría más tiempo del que esperaba, pero mi final llegaría a fin de cuentas.

Podría volver con mi pequeño… podría sostenerlo nuevamente en mis brazos. Para siempre.

Entonces extendí mis brazos y deje que mi cuerpo fuera llevado por el viento. Entonces antes de que me llegara el final un par de ojos dorados me miraban con tristeza. Los mismos que me habían acompañado y consolado en los momentos más tristes y dolorosos de mí vida.

Carlisle. Pensé antes de que la oscuridad me envolviera.

El fuego me consumía y no había nada que pudiera hacer para evitarlo. ¿Acaso no había escuchado cientos de veces en los sermones de la iglesia que los pecadores van al infierno? Atentar con la vida propia era uno de los máximos pecados. Rechazar la vida que Dios nos había regalado era un acto merecedor del peor de los castigos; el fuego eterno. Y yo lo estaba sufriendo.

No había grito, suplica o sollozo que amainara el dolor.

Y una vez más, cuando mas lo necesitaba, su rostro se apareció ante mis ojos. Tan hermoso, tan magnifico como le recordaba.

Era increíble como, después de tantos años, mi mente se había encargado de atesorar la magnificencia de sus facciones y la profundidad de su voz.

Resiste. No queda mucho. Me susurró.

No entendía completamente el significado de sus palabras, pero verle y escuchar su voz me reconfortaba.

Continuará...

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bien chic@s... continuando con la triste pero hermosa historia de Esme y Carlisle que les presenté la semana pasada, aqui está el tercero de cinco... espero que lo disfruten y que las lagrimitas no nublen tanto sus ojos... en la vida todo tiene su recompensa...
cuidense mucho, suspiren y...
Nos leemos en un tris!


Bellany G.
**Eres el amor de mi vida, lo que me mantiene en pie**

2 Comments:

  1. Anónimo said...
    nena cullen :el capitulo esta genial poro no sabia que esme fuera maltratada pero que no se preucupe por que porto encuentra a su cullen como bella muchos suspiros de chocolate
    Ninive said...
    Me está encantando este fic, pero es un poco triste, aunque seguro q ahora mejorará un poco. Siempre me ha parecido interesante la historia de Esme es la Cullen mas olvidada.

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