jueves, 26 de noviembre de 2009

TE VOY A DAR CALABAZAS

Capítulo 27. Perdido

Hacía mucho frío. Estaba envuelto de pies a cabeza con el paracaídas y todavía tiritaba. No quería moverme porque el dolor era intenso. Al menos un tendría un para de costillas rotas. Tenía las manos en carne viva por todas las veces que me caí buscándola. No lo merecía pero tampoco estaba en mí dejar su cuerpo por allí sin darle sepultura.

No sabía exactamente dónde me encontraba. Todo había sido rápido y confuso. No podía haber sospechado algo así. Nunca pensé que él tuviera una mente tan retorcida. Era un psicópata y traidor. Y ahora más que nunca temía por mi Bella. Sabía que iría por ella y yo perdido sin saber dónde, no podía hacer nada para protegerla.

***Flashback***

- Eddie, qué coincidencia ¿Cómo estas?- me alcanzó Tanya el lunes por la mañana cuando llegaba a la empresa.

- Qué mala coincidencia. Y soy Edward, sino te molesta.

- Vamos, antes éramos amigos, además ahora voy a vivir aquí.

- Tú lo dijiste, “antes” pero ahora lo único que me alegra es saber que vas a estar lejos de nosotros. Si me disculpas tengo cosas que hacer.

- ¿Sólo así? ¿No te despides? Quizás no nos volvamos a ver.

- Que tengas felices fiestas. Y por favor… no regreses a Forks.

La dejé en el ascensor y pensé que por fin nos habíamos librado de ella. Pero cuando estaba en el aeropuerto a punto de tomar el avión que la empresa puso a mi disposición, porque los vuelos comerciales no salían hasta la tarde, la encontré allí.

- Eddie, el destino nos vuelve a juntar.

- No creo que sea el destino. ¿Qué haces aquí?

- Voy a Port Ángeles a visitar a Victoria. Extraño a mi hermana, pasaré navidad con ella. Además me encantan los vuelos privados.

- Si no hay mas remedio. Sólo mantén tu distancia.

No bebí ni comí nada desde que la nave despegó, tenía suficiente experiencia como para confiar nuevamente. Al menos no dijo nada y se mantuvo callada leyendo revistas.

Una vez que despegamos decidí ir a los servicios pero cuando abrí la puerta del baño sentí algo sobre mi boca y nariz, un olor terrible me inundó y todo se empezó a volver negro. Lo último que vi fue el despreciable rostro de James.

No se cuantos minutos estuve inconciente hasta que sentí que alguien me sacudía.

- Eddie mi amor, despierta. Eddie.

- Tanya ¿qué pasó? ¿Qué me hicieron? ¿Cómo pudiste?

- Shh. Él está en la cabina si regresa cierra los ojos y no te muevas. Eddie yo quería llevarte a Vancouver conmigo- parecía sentir dolor- Sólo quería llevarte sin lastimar a nadie, James está loco recién me doy cuenta que no tiene intensiones de dejarte vivir-

Escuchamos un grito de mujer y luego una corta pelea.

- Espera aquí, no te muevas- dijo ella levantándose con dificultad parecía estar golpeada.

Cerré los ojos y me concentré en oír.

La puerta de la cabina se abrió. James gritaba.

- Ya no te necesito idiota- y sentí el sonido sordo de un cuerpo al caer.

- ¿Qué has hecho James? Es el piloto cómo vamos a aterrizar- gritaba Tanya.

- Quien dijo que íbamos a aterrizar pequeña zorra. Ya tengo lo que quería, el imbécil fuera de combate y la carta que escribiste a tu mami, con eso probaré que pensaban fugarse. Ya confirmamos el cambio de rumbo. Ahora sólo falta que la parejita fugitiva muera en su intento de huir.

- Lo tenías todo planeado. Yo sólo quería…

- Yo sólo quería… eres una idiota. Sólo querías a ese pequeño mocoso “Eddie”. Ahora apártate o te golpearé de nuevo.

- James ¿qué va a ser de mi? No puedes hacerme esto, pensé que éramos equipo. Ese no era el trato, yo me quedaba con Eddie, te juro que no lo dejaré escapar aunque tenga que amarrarlo de por vida, no regresará.

- Claro que no volverá. Si él muere mientras se fuga contigo entonces ella lo odiará. Y tal vez me acepte por despecho. Además tus tíos me pagarán mas por él muerto.

- Si es por dinero, yo te pagaré, lo juro. Te doy todo lo que tengo. En Vancouver tengo muchas cuentas en bancos y mi herencia, mi padre era muy rico. Te lo cambio todo por Eddie. Te juro que no lo dejo volver y nunca volverán a vernos.

- Tarjetas y claves ahora.

- Si, si, aquí las tengo…

Oí el sonido de cosas que caían, el cierre de un bolso. Ella escribía muy rápido.

- Aquí tienes James.

- Ok pequeña, no mataré a tu noviecito.

- ¿Qué haces? Grito Tanya desesperada.

- Me voy, te dije que no lo mataría pero no voy a salvarlo. Oh que pena, sólo hay dos paracaídas. Tendrás que elegir, pero eres tan egoísta seguro salvarás tu pellejo. Date prisa sólo tienes 10 minutos de combustible.

Alguien abrió una puerta, todos los papeles volaban por el aire. Oí un forcejeo.

- Suéltame zorra…

- No te irás, dame eso, no… no, déjame...

El sonido seco de un disparo me sobresaltó, me incorporé y caí hacia delante, las piernas no me obedecían.

Tanya estaba en el suelo, al lado de la puerta todavía abierta, me arrastré hacia ella.

- Eddie, tienes que saltar date prisa.

Traté de levantarla pero apenas podía conmigo, la cabeza me daba vueltas y había mucho viento.

- Él mató al piloto y la azafata, nos vamos a estrellar... en ese compartimento- me señaló.

Traté de caminar hacia dónde hacia allí, apenas podía tenerme en pie. Dentro había un paracaídas amarillo, me lo puse y regresé con ella. Sabía que sólo quedaba un paracaídas, James se había llevado el otro. Intentaríamos saltar ambos sólo con éste.

-Tanya sujétate fuerte de mí. Vamos.- le grité ella parecía mareada. La abracé pero no respondía, un olor extraño me llegó pesar de haber mucho viento. Mi mano se humedeció. Ella estaba sangrando. La tomé en brazos y llegué a la puerta del avión y sin pensarlo dos veces me lancé hacia el vacío.

Todo fue muy rápido, estábamos cayendo, tuve que resistir su peso por unos segundos con un solo brazo mientras tiraba de la cuerda para abrir el paracaídas. La volví a sujetar con más fuerza. A pesar de que no tuvimos problemas con el paracaídas sentí que seguíamos cayendo rápido, no estaba diseñado para dos personas y por la posición que teníamos no se había abierto completamente. Vi de reojo que el avión continuó el rumbo que seguro James había puesto al piloto automático. Se alejaba más, todo abajo parecía ser agua, no podía ver con claridad hacia donde caíamos ya que tenía a Tanya delante de mí.

- Tanya por favor sujétate, vamos despierta- le grité.

- Edward- dijo abriendo los ojos y sentí mis manos mojadas, estaba sangrando con más intensidad.

- Sujétate con fuerza.

- No Eddie. Si vas conmigo moriremos al caer. Eddie bésame.

- ¿Qué? Tanya despierta, vamos, saldremos de esto.

- No, ya es tarde para mí. Es lo último que te pido. Bésame por favor.

Ella se estaba dejando morir. No sabía que hacer, parecía muy mal. Me acerque un poco y le di un beso en la frente.

- Tanya no te des por vencida.

- Dí que me amas Eddie.

- No Tanya.

- No tienes que sentirlo, miénteme. ¡Dí que me amas!- gritó.

- Te amo- le dije muy rápido y sin pensarlo ¿porqué me obligaba a hacer esto?

- Gracias Eddie, sé feliz.

De pronto puso sus manos en mi pecho y empujó, de deshizo de mi abrazo y se deslizó muy rápido. Quise gritar y sujetarla de alguna parte de sus ropas pero no pude. Cayó. Lo último que vi de ella fue una sonrisa.

***Fin del flashback***


No puedo evitar sentir culpa y tanta impotencia por todo lo ocurrido.

El avión debió haber caído muy lejos de aquí, quizás en el mar, es la única explicación que encuentro porque no he oído helicópteros ni he visto equipos de rescate.

Está lloviendo otra vez, esperaré a que amanezca para salir de esta cueva. Lo último que ví al caer es que no estaba en tierra firme, esto parecía una gran isla pero no puedo estar seguro. Hace tanto frío debemos estar muy al norte, si planeaban aterrizar el avión en Vancouver quizás me encuentre en Canadá o muy cerca.

Bella, mi preciosa Bella, tan frágil entre mis brazos y tan fuerte para enfrentar todo. No me olvides Bella de alguna forma volveré contigo.

*****

Llevo aquí casi 5 días, he salido a buscar si alguien vive por aquí. No he encontrado nada. Y no traigo ropa adecuada para este clima. Pude calentarme estas ultimas noches ya que por suerte traía un encendedor y recogí algunas hojas secar. Me debati entre prenderle fuego al paracaídas o no. Era lo único que me mantenía relativamente a salvo del frío. Ha nevado y siento mi cuerpo entumecido por la ultima caminata, he partido en 4 direcciones distintas para investigar sin alejarme mucho de mi refugio. Casi no siento los dedos de mis pies y mis manos están agarrotadas pero ya no me duelen. Parece que hasta mis pensamientos están congelados, no encontraba el camino que dejé y esta noche parecía que iba a llover o nevar, el cielo estaba gris. Llevaba varios días sin probar bocado y a pesar de que vi venados y varios zorros pequeños no tenía la fuerza suficiente para cazarlos o al menos eso creí, pero cuando encontré unos pequeñas liebres comprendí que no era que no pudiera sino que muy dentro sabía que sería incapaz de comerlos. Me sentiría un monstruo si lo hacía. Aunque tal vez en un par de días cambiaría de opinión cuando el hambre sea muy intensa.

Ya había oscurecido y yo sin encontrar nada aún, ni siquiera el camino de regreso a la cueva. Había que seguir adelante, la nieve se hacía profunda a cada paso y eso me congelaba aún más.

De pronto unas luces blancas y verdosas fosforescente se empezaron a formar en el cielo, parecían nubes brillantes que danzaban, largas y sinuosas, dos de ellas se encontraron y parecían moverse al compás, como un par de manos que se acarician. Eran las luces del norte, la aurora boreal, los espíritus del cielo. Oí entonces como si alguien caminara sobre hojas secas, unos suaves silbidos y voces lejanas, todo se mezclaba. Recordé las leyendas que mi abuelo me contaba de niño a cerca de los espíritus que se aparecen cuando estás a punto de cruzar el umbral. ¿Acaso era mi fin? ¿Aquí acabaría mi vida?

Pero mi abuela solía contradecir esas leyendas. Ella me contaba otro cuento mucho más romántico al que yo no le prestaba mucha atención porque las historias de miedo me agradaban más. Ella decía que la diosa Aurora y el dios Boreas se amaban tanto que plasmaron su amor en el cielo. Un amor eterno.

Quería estar con ella ahora, quería verla más que nada en el mundo. Bella. Rogaba porque estuviera bien, porque no sufriera si me creía muerto. Porque no creyera que pensaba dejarla. Ella era todo en mi vida, mi mundo, mi razón.

Estaba a punto de dejarme caer en la nieve ya no sentía los pies y el frío me había penetrado hasta los huesos. Tal vez muriera pensando en mi amor y los espíritus se apiadarían de mi y quizás me dejarían volar hacia ella para contemplarla por última vez. Sólo una vez más.

El sonido mágico de pronto dio paso a otros ruidos, un aullido y varios ladridos a lo lejos. ¿Serían lobos? Pero ya no tenía miedo de morir, si tan sólo pudiera verla, moriría feliz.

El sonido de los gruñidos fue acercándose muy rápido, parecía una jauría a toda velocidad, sentí que en cualquier momento sería atacado. Cerré los ojos y esperé, las luces eran preciosas pero yo quería más que nada que la imagen de mi Bella fuera lo último que viera.

Los lobos me tenían rodeado, no había escapatoria.

- ¿Estás meditando o pensando en mi hija?- la divertida voz de Charlie me hizo salir de todos mis pensamientos.

- ¿Charlie. Papá?

Y allí de pie junto a mi y con casi una docena de perros en un trineo, estaban Charlie y Carlisle sonriendo. Traté de caminar hacia ellos pero no pude.

- Hay que darle algo de beber y abrigarlo- dijo mi padre.

Me envolvieron en pieles con rapidez y me recostaron en el trineo. Me dieron de beber algo que me calentó por dentro.

Entonces me abrazaron y supe que pronto podría volver a casa.

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Bellany G.
**Tu eres mi luz en esta oscuridad**

2 Comments:

  1. Anónimo said...
    me encanto gracias por no dejar las actualizaciones y cada vez son mejores me sorprendes lo excelente que escribes eres genial no te rindas nunca que todo pasa sigue asi y gracias, come chocolates besos
    diana said...
    hay siii por fin lo encontraronnnnn

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